Dicen que el aspecto de la piel refleja nuestra salud pero, también, la atención que le prestamos. Una dieta equilibrada, ejercicio regular –que favorece la circulación sanguínea y la oxigenación celular–, aire puro e hidratación son algunos aliados para mantenerla sana.

El problema es que en el día a día no siempre le dedicamos demasiado tiempo. Pero en verano, no hay excusas. Además, es una época en la que hay que prestarle una atención extra, ya que el cloro, la sal del mar y las radiaciones solares pueden dañarla.

Así que, aunque no seas una experta en cosmética, existen una serie de cuidados básicos que no debes pasar por alto, sobre todo si eres de las que no concibe el verano sin playa, estás embarazada, tienes la piel clara o especialmente sensible, o ya has cumplido los 40, edad en la que es más fácil que aparezcan manchas y arrugas.

En este post el DrAgustín Alomar, dermatólogo del Hospital Universitario Dexeus, nos ofrece 8 consejos básicos para mantenerla sana:

  1. Lo imprescindible: hidratación y limpieza. La aplicación diaria de una crema hidratante fluida (facial y corporal) y de un lavado suave con un syndet facial (producto limpiador con un tipo de jabón que respeta el manto graso de la piel) para eliminar las impurezas es fundamental, aunque no te maquilles. Son dos básicos de los que no se puede prescindir, como la camisa blanca y los jeans que todo (buen) fondo de armario necesita. La elección del producto depende de tu tipo de piel y tu edad.
  2. Si estás embarazada. Los cambios hormonales y físicos que se producen durante esta etapa pueden favorecer la aparición de estrías y de manchas en la piel (cloasma) –que empeoran con la exposición solar – y, en algunos casos, de picores, sobre todo en la zona del vientre o el pecho, debido al cambio de volumen que hace que la piel se estire. No siempre se pueden prevenir, pero si podemos tomar algunas precauciones. Los picores son más frecuentes en el primer embarazo. Para que no se exacerben es aconsejable evitar los baños de agua caliente (mejor tibia), utilizar jabones neutros o de avena y sin perfume y aplicar lociones corporales hidratantes especiales para ayudar a controlar el prurito.
  3. Manchas cutáneas: Suelen aparecer en las zonas que han estado más expuestas al sol, como la cara, el dorso de las manos, la frente, los hombros y los antebrazos. En general, no requieren tratamiento ni suponen ningún riesgo, pero es conveniente evitar la exposición solar en las horas de mayor intensidad y utilizar siempre factores de protección solar alta y de forma adecuada y regular.
  4. Alergias solares: cada vez son más frecuentes. Se deben a una reacción del sistema inmunitario ante una exposición prolongada, repentina e intensa a las radiaciones solares, habitualmente suele ocurrir en las primeras exposiciones. Lo más frecuente es que aparezca un tipo de reacción que se va reduciendo con el paso de los días. Aun así, no hay que quitar importancia a las alergias, ya que si no les prestamos atención pueden agravarse, por lo que conviene consultar a un dermatólogo También debes evitar exponerte al sol si estás tomando alguna medicación de acción fotosensibilizante, como diuréticos, antidiabéticos orales, etc.
  5. Para las estrías. Aparecen cuando se produce un rápido estiramiento de la piel, por lo que son frecuentes durante el embarazo, el posparto y la pubertad. Las cremas anti-estrías pueden ayudar a prevenir su aparición, atenuar las marcas o su color, pero no las eliminan. No necesariamente empeoran con el sol, aunque si son muy recientes y todavía rojas pueden oscurecerse. Para evitarlo, utiliza siempre filtros solares SPF 50. En las farmacias también puedes adquirir aceite de rosa mosqueta, un producto natural rico en ácidos grasos esenciales que favorecen la regeneración celular. El mejor momento para aplicar estos productos es por la noche, para favorecer la absorción.
  6. Protección solar: escoge un producto que confiera protección contra las radiaciones UVA + UVB. El índice del FPS depende de tu tipo de piel, pero hoy en día no se aceptan menos de SPF 30. Recuerda que es conveniente renovar la protección cada una o dos horas y tras el baño, así como evitar la exposición directa en las horas entre las 12:00h y las 16:00h. ¡Muy importante! Los filtros deben aplicarse media hora antes de exponerse al sol y renovarse tras baños y secados con toalla. En cuanto a los autobronceadores son muy inocuos pero no es fácil obtener un aspecto de bronceado adecuado. Sin embargo, son muy útiles para las personas con tipo de piel I y II, que casi nunca se broncean y solo consiguen ponerse rojas. Si los usas, ten en cuenta que no protegen frente a las radiaciones solares.
  7. Contra las arrugas: aunque influyen factores genéticos, de nutrición y ambientales, se ha comprobado que el sol acelera el envejecimiento de la piel especialmente en las personas de piel clara, que tienen menos melanina. Además, con el paso de los años, la renovación celular es más lenta y la capa más externa de la piel se vuelve más delgada y menos elástica. Cuidar la dieta, evitar la exposición al sol y tomar algunos suplementos ricos en vitaminas antioxidantes, ácido hialurónico o colágeno, pueden ayudar a reforzar su estructura y elasticidad.
  8. Vitaminas antioxidantes: la dieta es un factor muy importante. Además de ser equilibrada y baja en azúcar y grasas saturadas, conviene que aporte líquidos (agua, té verde, zumos naturales) y alimentos ricos en vitaminas de acción antioxidante, como la A, la E y la C, que están presentes en muchas frutas y hortalizas y vegetales de hoja verde. También aportan antioxidantes el aguacate, el aceite de oliva y algunas semillas, como las nueces.

Y para acabar, ¡un último consejo!: ante cualquier duda, consulta al dermatólogo y pídele algunas recomendaciones específicas para ti y para tu tipo de piel.