Todas las embarazadas tienen una relación incómoda con los medicamentos, ¿verdad? En general, es enterarte de que estás embarazada y sentir que no quieres tomar ningún fármaco bajo ningún concepto, pero luego están las que piensan que seguro que no pasa nada por tomarme esto, ¿no? En fin, que los extremos nunca son buenos, y por eso he escrito este post, para daros un poco de información al respecto. ¡Espero que os sea útil!

  • Efectos en el organismo. En el embarazo se producen cambios fisiológicos en el cuerpo de la futura mamá que hacen que no seamos capaces de predecir al 100% el comportamiento que va a tener un medicamento en su organismo (cambios en el funcionamiento del sistema digestivo, en la permeabilidad de los vasos sanguíneos y en el volumen de sangre circulante, sobretodo). Es decir, no podemos asegurar al 100% que un fármaco se va a distribuir por el organismo y luego se va a eliminar de igual manera que cuando no se está embarazada.
  • Consumo mínimo. En general, el uso de medicamentos en el embarazo debería estar restringido al mínimo. Sólo deberías tomar los fármacos que te prescribe tu médico. Como excepción a esta norma de “mejor no tomar ningún medicamento” tenemos a los polivitamínicos y suplementos alimenticios.
  • Riesgo de malformaciones fetales. Uno de los principales riesgos de los fármacos en el embarazo es el de producir malformaciones en el feto, lo que se conoce como teratogenia. Los fármacos están clasificados en diferentes categorías en función de su riesgo teratogénico por parte de la FDA (Food and Drug Administration). Los medicamentos que se pueden consumir de forma segura en el embarazo son los de categoría A y B.
  • Siempre bajo prescripción médica. Hay varios fármacos de consumo frecuente que se pueden prescribir a las mujeres embarazadas: paracetamol como analgésico, diferentes tipos de antibióticos y antivíricos, antihistamínicos, medicamentos para combatir la acidez y para ayudar con el estreñimiento. ¿Lo básico? ¡Que te los recete tu médico!
  • Ibuprofeno y antiinflamatorios. Pero ¡ojo!, hay muchos otros medicamentos que consumimos habitualmente que durante el embarazo hay que evitar. ¿El ejemplo más claro? Los antiinflamatorios como el ibuprofeno.
  • Fármacos de uso tópico. En general, los tratamientos tópicos (es decir: cremas, gotas para los ojos o gotas para los oídos) tienen menos riesgo que los medicamentos vía oral o endovenosa, pero igualmente es imprescindible que lo consultes con tu médico antes de aplicarte cualquiera de estos fármacos.
  • Vacunas recomendadas. Hay dos vacunas que se consideran indicadas para todas las embarazadas, la de la gripe (en época de vacunación poblacional) y la de la tosferina, que en nuestro país se comercializa en un formato que también incluye la difteria y el tétanos. Esta vacuna la recomendamos en el tercer trimestre del embarazo, idealmente por encima de las 30 semanas.
  • Vacunas contraindicadas. Por otro lado, la vacuna de la varicela, la rubéola y el sarampión están contraindicadas en el embarazo, al igual que la de la fiebre amarilla. Si has de viajar a algún país tropical que requiera vacunación especial o profilaxis farmacológica para según qué enfermedades, deberás consultar con tu ginecólogo antes de organizar el viaje.
  • Enfermedades previas. Si tienes alguna enfermedad endocrinológica de base, como diabetes o patología tiroidea, lo más normal es que puedas seguir tomando tu medicación habitual, pero coméntale a tu endocrino tu intención de quedarte embarazada para que te comente si puedes seguir con la misma medicación o debes cambiarla en el momento de quedarte embarazada. Lo mismo ocurre si tomas medicación para la tensión arterial o para cualquier otra enfermedad, háblalo con tu médico con el tiempo suficiente para valorar si es necesario cambiar de medicamento antes del embarazo.

En conclusión, durante el embarazo no tomes ningún medicamento sin haberlo consultado antes, pero luego, si tu médico te receta un medicamento para tratar unos síntomas concretos, confía en él y tómalo sin problemas. ¡Seguro que habrá valorado bien los riesgos que podría suponer y ha decidido que en tu caso es mejor tomar ese fármaco que no hacerlo!