Al igual que existen rankings de ciudades por su calidad de vida, hay estudios que comparan la calidad del esperma de la población masculina en función del área geográfica, y aunque ya sabemos que no está bien hacer comparaciones, son útiles para conocer el impacto que el estilo de vida y la contaminación ambiental pueden tener en la fertilidad.

Hace años que se habla de este tema, y seguro que te suena o alguna vez has leído algo en la prensa, pero a menudo la noticia se queda en la anécdota, porque aunque todo el mundo curiosea para saber si está “bien posicionado” en la lista, nadie se alarma, ya que un peor resultado no implica, necesariamente, problemas reproductivos. Sin embargo, un grupo de investigadores ha vuelto a poner el tema sobre la mesa, indicando que no es algo que podamos tomarnos a la ligera.

Según las conclusiones de su trabajo, que se ha publicado en una prestigiosa revista científica, el esperma de los hombres occidentales –que viven en países de Europa, América del Norte y Australia –ya no es lo que era. En los últimos 40 años su concentración se ha reducido a la mitad (de 99 millones/ml a 47) – algo que no ha sucedido en otros países de Asia, África o Sudamérica– y también ha disminuido su cantidad: de más de 300 millones por eyaculación se ha pasado a menos de 140. ¿Son datos preocupantes…? Te preguntarás. De acuerdo con los valores de referencia que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) una concentración por encima de los 15 millones/ml entra dentro de lo que se considera “normal”, así que, de momento, no. Pero esos valores no siempre son una garantía de fertilidad.

Para averiguar si realmente los espermatozoides “están en forma” es necesario realizar un estudio individualizado y tener en cuenta otras constantes, como la movilidad, la morfología el volumen, el pH, etc., así como descartar la presencia de infecciones y otras enfermedades, e incluso alteraciones genéticas. Por ello, la valoración debe hacerla siempre un profesional. El problema es que a la mayoría de los hombres no les entusiasma la idea de hacerse un chequeo. Sin embargo, y contrariamente a lo que se cree, un estudio básico de fertilidad consta de una serie de pruebas muy sencillas.

En general, y para hacer una primera valoración, basta con realizar una exploración física y analizar una muestra de semen (a través de uno o dos seminogramas). Con estos datos y el estudio del historial clínico, el experto puede detectar si es necesario realizar un estudio andrológico más completo, que incluya otras pruebas, como un cultivo de semen, para descartar infecciones, análisis de sangre para determinar el nivel de ciertas hormonas, o una biopsia testicular, para estudiar el proceso de formación de los espermatozoides y sus posibles alteraciones. Si existen antecedentes de enfermedades hereditarias puede estar indicado realizar también un estudio genético.

A muchos se les hace una montaña pero, por suerte, la tecnología está ahí para echarnos una mano: hace unos meses, la prensa dio a conocer una nueva aplicación móvil que permite analizar la calidad del semen de manera rápida y sencilla con la cámara de un teléfono móvil. El objetivo de esta App –así como el de otros test similares que ya se comercializan– es facilitar un primer análisis que pueda servir de alerta, pero en ningún caso los resultados son definitivos. Es necesario completar el estudio con otras pruebas que permitan hacer el diagnóstico, así que volvemos al punto de partida. Pero esta aplicación puede ser útil para aumentar la concienciación sobre la utilidad de hacerse un chequeo y ayudar a dar el paso a los que tienen dudas.