“Hay madres que cocinan y otras que piden pizza. Las hay que trabajan y las hay que se quedan en casa. Algunas visten a sus hijos con jerséis de cuello alto hasta entrada la primavera para que no se resfríen, y otras los dejan andar descalzos en invierno para que fortalezcan sus defensas. Hay madres que adoran jugar con ellos largas horas y otras a las que les resulta insoportablemente aburrido…” Nos lo cuentan las autoras de ”Mamás perfectamente imperfectas” (Ed. Planeta) una guía que pretende ayudar a todas las mujeres que son madres a rebajar un poco el listón de madre ideal y a aceptar que no existe “la madre perfecta”.

Todas cometemos errores, aunque tengamos más o menos experiencia, hijos pequeños, adolescentes o ya independizados, ya que ser madre es una tarea que pone a prueba nuestras capacidades de forma continua, y en la que vas aprendiendo día a día. Con los años te das cuenta de que, al final, el secreto reside en cuatro o cinco elementos básicos: amor, paciencia, respeto, confianza y libertad.

Dicho así, parece sencillo pero el día a día siempre plantea retos. Además, nuestra actitud y relación con cada hijo es diferente, porque ellos también los son, por lo que es fundamental conocerse bien a una misma -otro elemento clave-, ya que muchos de los errores que cometemos están relacionados con nuestros propios miedos, experiencias vitales, educación e inseguridades. Así que, como ves, el trabajo empieza por una misma (aunque no siempre seamos conscientes de ello).

Por este motivo, el libro incluye un capítulo que resume algunas de las “tipologías de madres” más frecuentes, con el fin de que cada una pueda identificarse, reconocer posibles errores y ejercer una maternidad «a la medida de sus posibilidades y deseos”.

¿Quieres descubrir a cuál te pareces…?

La madre “GPS” o controladora: Cree que debe controlarlo todo para asegurar el bienestar de sus hijos y de su familia. Una actitud que, al final, desgasta tanto a sus hijos como a ella misma.

Consejo: hay que aprender a soltar el control, y a confiar más en las capacidades de nuestros hijos, respetar su privacidad y dejarles espacio para que puedan desarrollar su autonomía y entrenar sus propios recursos.

La perfeccionista. Tiende a ser muy exigente consigo misma y con los demás y, por este motivo, ejerce una excesiva presión sobre sus hijos. El problema de fondo es que le cuesta aceptar el fracaso.

Consejo: es bueno enseñar a los hijos a sacar lo mejor de sí mismos, pero debemos insistir más en su aprendizaje que en el resultado final.

La cómplice. Es la que ante todo quiere ser ‘amiga’ de sus hijos. Quizá porque le cuesta asumir el rol de madre, que conlleva imponer limitaciones, actuar de guía y ejercer la autoridad.

Consejo: es importante establecer una buena comunicación con los hijos y ganarse su confianza y complicidad, pero lo que necesitan y esperan de nosotros es que les hagamos de guía y que les ayudemos a crecer y a madurar. 

La acaparadora. Es aquella a la que le cuesta asumir que los niños crecen y son personas independientes, por lo que consciente o inconscientemente intenta allanarles el camino, pensando que les ayuda, cuando en realidad solo retrasa su autonomía.

Consejo: nuestros hijos necesitan que les enseñemos a valerse por sí solos. Si les demostramos que confiamos en ellos para hacer las cosas le infundiremos seguridad. Y si no, lo contrario.

La permisiva. Es cariñosa y tiene buena comunicación con los hijos, pero su umbral de exigencia y control es bajo y tiende a tolerar actitudes y comportamientos que no deben permitirse.

Consejo: los niños necesitan normas, límites y rutinas para sentirse seguros y deben aprender que para convivir deben respetarlos. Dejarles hacer no va a conseguir que sean adultos más seguros de sí mismos ni personas más sociables o independientes.

La competitiva. Quiere sentirse siempre joven, al día y activa, y, a veces, en ese intento, puede llegar a tratar de competir incluso con sus hijos.

Consejo: es fundamental encontrar el propio espacio y permitir a los hijos que encuentren el suyo. Asumir la edad y la posición que ocupa cada uno en la familia permite disfrutar de lo bueno que conlleva cada etapa.

Otros libros recomendados por la psicóloga Elena Crespi: