Fecundación e implantación


A partir de la fecundación, el ovocito sufrirá una serie de cambios que tienen como finalidad la creación y desarrollo de un embrión.

Los cambios hormonales que se originan como consecuencia del embarazo impedirán que se presente una nueva menstruación.


Durante el coito, los espermatozoides liberados en el interior de la vagina deberán pasar por el cuello del útero, atravesarlo, y subir por la trompa de Falopio hasta encontrarse con el ovocito. A lo largo de todo el trayecto se pierde un gran número de espermatozoides, llegando al ovocito únicamente algunas decenas (menos del 1% del total). Cuando un espermatozoide consigue penetrar el ovocito, se produce de inmediato un bloqueo que impide que puedan entrar otros.

A medida que se van produciendo las primeras divisiones embrionarias, el ovocito se transforma en blastocisto y desciende por la trompa hacia la cavidad uterina, llega al útero aproximadamente al cuarto día de haber sido fecundado, y entre el séptimo y el 14º día se produce la implantación. Progresivamente irá creciendo y modificándose hasta formar el embrión, mientras tanto en el ovario se ha formado el cuerpo lúteo que es el productor de las hormonas que mantienen la etapa inicial de la gestación.

Síntomas del embarazo


De todas las manifestaciones propias del embarazo, la que ofrece más valor como síntoma del mismo, es la ausencia de menstruación o regla.


Además de la alteración de la regla, el embarazo a veces puede presentar otras manifestaciones:

Alteraciones del aparato digestivo: son las más frecuentes y se caracterizan por inapetencia, náuseas, mareo, salivación excesiva y vómitos.

  • Alteraciones de las funciones intestinales: el estreñimiento es general; en cambio la diarrea es rara.
  • Mayor deseo de orinar.
  • Alteraciones en las mamas: a los pocos días de retraso menstrual la mujer puede notar una plenitud inhabitual en sus pechos. Éstos han crecido (el sujetador le queda pequeño) y se vuelven turgentes y sensibles.
  • Disminución de fuerzas.
  • Sueño excesivo.
  • Percepción de malos olores.
  • Cambios en el carácter.

Pruebas de embarazo


El resultado negativo de una prueba de embarazo no siempre descarta el embarazo ya que si es muy reciente los niveles hormonales pueden no detectarse aún.

En caso de un resultado negativo y persistir el retraso es conveniente repetir el test a los 3 ó 4 días.


Los tests de embarazo en orina valoran si hay una hormona llamada gonadotropina coriónica humana (HCG por sus siglas en inglés) que es producida por la placenta. Esta hormona está presente en la en la orina cuando estás embarazada.

 

El resultado positivo indica que se ha detectado la presencia de la hormona, confirmando de este modo el embarazo. Sin embargo, el resultado negativo no siempre descarta el embarazo ya que si es muy reciente los niveles hormonales pueden no detectarse aún.

El test de embarazo puede realizarse unos días después de haberse producido el retraso o la falta de menstruación. Para realizarlo sólo necesita un test de embarazo comprado en la farmacia y una muestra de su orina (preferentemente de la primera orina de la mañana). En las instrucciones de cada test se explica con detalle cómo hay que realizarlo.


El primer trimestre

De las 4 a las 8 semanas:

  • Antes de la cuarta semana no tiene todavía aspecto humano.
  • A las 4 semanas, el embrión tiene el tamaño de un grano de arroz y forma como de reptil.
  • A las 6 semanas se le pueden ver los ojos cerrados, la columna vertebral y un corazón que late.
  • En la séptima semana el embrión ha crecido unas 10.000 veces más que el óvulo fecundado. La madre presentará su primera falta de menstruación y puede notar algunos signos: cansancio, mareos, vómitos y náuseas matutinas...

De las 8 a las 12 semanas:

  • Ya todos los órganos fetales están prácticamente formados y empiezan a funcionar. Ojos, nariz y boca están en su lugar definitivo.
  • A las 9 semanas los brazos y las piernas ya tienen sus tres partes: manos, antebrazo y brazo; y pie, pierna y muslo. Aparecen los dedos, pero no muy bien diferenciados todavía.
  • Es el momento adecuado para el primer examen ecográfico.

Durante los 3 primeros meses el bebé se denomina “embrión” (palabra derivada del griego embrio, “semilla”) y experimenta un crecimiento muy rápido y cambios muy importantes en su forma externa. El embrión se encuentra dentro del saco embrionario envuelto en las membranas precursoras de la placenta y flotando en líquido amniótico.

En la séptima semana el embrión ha crecido unas 10.000 veces más que el óvulo fecundado. La madre presentará su primera falta de menstruación y puede notar algunos signos: cansancio, mareos, vómitos y náuseas matutinas…

Al principio del tercer mes, se diferencian los órganos sexuales. Antes de este momento, si bien el sexo fetal está fijado desde el mismo momento de la concepción, no es posible a simple vista saber si el embrión es niño o niña ya que los órganos sexuales son aparentemente idénticos en ambos.

El cerebro del feto se recubre de huesos protectores, formándose el cráneo. No obstante, estos huesos no se sueldan entre sí, ya que el cerebro no ha adquirido aún su tamaño definitivo, y el cráneo debe ser flexible para poder pasar a través del canal del parto.

Se observan primero los párpados y después las cejas. Los ojos se mantienen cerrados, gracias a que los párpados están fusionados entre sí. Sólo se abrirán al llegar al octavo mes de gestación, cuando los globos oculares estén perfectamente formados y en disposición de cumplir sus funciones.

La piel del feto es muy rojiza, debido a que al ser muy fina y no existir panículo adiposo se transparentan los vasos sanguíneos.

Un vello que recibe el nombre de lanugo, empieza a extenderse sobre todo el cuerpo, cubriéndolo casi por entero en el curso del quinto mes.

Por estas mismas fechas aparece un unto sebáceo, llamado vérnix caseoso, segregado por las glándulas sebáceas de la piel, y que se mezcla con las células epidérmicas descamadas. Este sebo protege la piel del feto, evitando que se arrugue o deteriore al estar en contacto permanente con el agua. Es el responsable de que el feto, al nacer presente un aspecto grasiento.

En este momento aparecen también las cuerdas vocales, si bien el feto no las podrá utilizar hasta el momento del nacimiento, cuando consiga abandonar el medio acuoso que lo rodea hasta entonces.

El desarrollo de las diversas partes del organismo del feto es cada vez más manifiesto. Los dedos de los pies y manos exhiben unos endurecimientos que darán lugar a las uñas. El hígado y el riñón, aunque rudimentarios, empiezan a actuar. El aparato digestivo es cada vez más largo y perfecto.

El feto se mueve, pero de forma tan suave y delicada que su madre aún no puede percibirlo. No obstante, estos movimientos pueden seguirse perfectamente por ecografía. Se observa cómo el feto, si bien permanece inmóvil durante sus horas de descanso, se agita sin parar durante sus ratos de actividad. Sus extremidades se agitan también suavemente.

El líquido amniótico:

Protege al futuro bebé de golpes y ruidos, formando un almohadón líquido alrededor de él. También lo hace de los gérmenes que podrían llegarle de la vagina. La cavidad amniótica es hermética, y el líquido de su interior es absolutamente estéril. Permite los desplazamientos del bebé que, suspendido por el cordón umbilical, no sufre los efectos de la gravedad y se desplaza fácilmente por la cavidad apoyándose sobre la pared con los pies.

 

También aporta agua y sales minerales al feto, que las deglute. Ayuda al cuello a dilatarse en el momento del parto. La acumulación del líquido amniótico en la parte inferior del útero, al final del embarazo, forma la “bolsa de las aguas” que, al descender, contribuye a la dilatación del cuello. “Romper aguas” equivale a la ruptura de las membranas. El líquido amniótico que se escapa en ese momento sirve para lubricar las vías genitales a fin de que el niño las atraviese.


El segundo trimestre

De las 12 a las 20 semanas:

  • La cabeza ya se puede distinguir perfectamente bien del tronco; y ya se pueden diferenciar sus ojos, nariz, boca y orejas. La cabeza, por su gran tamaño, está desproporcionada con el resto del cuerpo, y esta diferencia de tamaño persiste durante toda la primera mitad de la gestación.
  • La madre ya nota el crecimiento de su útero, el cual irá desplazando progresivamente los órganos internos maternos causándole unas molestias: digestiones pesadas, acidez de estómago, orinar frecuentemente...
  • Es el momento adecuado para realizar, si es necesario, estudios de diagnóstico prenatal.

De las 20 a las 24 semanas:

  • A las 20 semanas puede verse el sexo del feto.
  • La madre ya puede empezar a notar los movimientos del feto en forma de patadas.
  • El feto empieza a moverse, abrir y cerrar las manos, bostezar... Durante muchos periodos dormirá, principalmente coincidiendo con el sueño materno.

Al llegar al cuarto mes el aparato digestivo (hígado, estómago, intestino) y urinario (riñón, vejiga), empiezan a funcionar claramente. En el intestino se acumula una sustancia verde, el meconio, formado principalmente por bilis. Y el feto vierte su orina en el líquido amniótico que lo rodea.

Los miembros, tanto superiores como inferiores, adoptan su posición definitiva, dirigiéndose los codos hacia atrás y las rodillas hacia delante. Puesto que su musculatura se desarrolla rápidamente, a partir de los 4 meses es perfectamente posible que la madre perciba pequeños movimientos fetales. Las uñas aparecen a los 4-5 meses aproximadamente, momento en que también es posible identificar las huellas digitales.

El sistema circulatorio fetal es cada vez más perfecto. Las cavidades del corazón están perfectamente delimitadas y éste late con fuerza creciente. Alrededor de la 14ª semana ya es posible detectarlo mediante una técnica basada en el efecto Doppler de los ultrasonidos.

Se comprueba entonces que la velocidad de su corazón es superior a la del nuestro: 120-160 latidos por minuto.

Por ecografía se observa ya claramente la cabeza del niño, y también se ve latir su corazón.

El sistema nervioso no es aún muy perfecto, pero a medida que pasa el tiempo aumenta la coordinación de los movimientos, indicio de una progresiva maduración nerviosa. Al principio del segundo trimestre brazos y piernas se mueven y agitan sin objeto alguno, pero en el transcurso del quinto mes, un día el feto logrará introducir su pulgar en la boca, iniciándose el paulatino aprendizaje de un acto reflejo, fundamental en su vida extrauterina: la succión.

El desarrollo de la piel le da al feto un cambio importante en su aspecto. Hasta el cuarto mes su piel es lisa y muy fina. Bajo la piel no existe todavía la grasa, por lo que el tronco, la cara y las extremidades son muy delgados. La grasa de debajo de la piel comienza a formarse a partir del quinto mes. En este momento el feto tiene un color rojo muy oscuro.

Se alimenta principalmente mediante la sangre materna que le llega a través del cordón umbilical que lo une con ella a través de la placenta. Todo lo que la madre ingiera puede afectarle: café, comida picante, alcohol, tabaco…

Por otra parte, el cuerpo del feto se adapta a los movimientos de la madre. Si ésta descansa, el feto aprovecha para moverse, pues entonces está sometido a menos presiones exteriores. Por el contrario, si la madre se mueve, el niño se encorva, se acurruca, plegándose sobre sí mismo, para evitar ser lastimado.

Al llegar al segundo trimestre, las molestias que se presentaban en el primer trimestre desaparecen casi completamente. La gestante, que con frecuencia adelgaza en los primeros meses, ahora gana peso rápidamente. Come más, duerme tranquila, está alegre.

El abdomen aumenta visiblemente de volumen en esta época. Alrededor del cuarto o quinto mes la embarazada empieza a percibir movimientos fetales. Al principio son poco intensos, como un rozamiento suave, casi imperceptible, en el bajo vientre, que puede semejarse y ser interpretado como un simple movimiento intestinal. Sin embargo, a las pocas semanas los movimientos son tan aparentes que la confusión y la duda ya no son posibles.

La placenta

Es un órgano ovalado, plano, blando y esponjoso de tamaño y grosor variables, situado dentro del útero durante la gestación y por el que se establece el intercambio nutricional entre madre y feto.

Se desarrolla sobre las 12 semanas de gestación a partir del corion del embrión y de la decidua basal del útero.

Consta de dos partes:

  • La materna o externa que se adhiere al útero.
  • La interna o fetal tapizada por el corion y el amnios y de la que surgen los vasos sanguíneos que acaban en la parte central del abdomen fetal (lugar que tras el nacimiento y sección del mismo se denominará ombligo).

La sangre fetal fluye a la placenta, en la que absorbe sustancias de la sangre materna y en la que expele los productos de deshecho.

La placenta es un órgano esencial, el intercambio orgánico entre la madre y el hijo. Es indispensable para el mantenimiento del embarazo y para el desarrollo del bebé, sirve a la vez de pulmón, riñón, intestino e hígado. Asegura múltiples funciones:

Función respiratoria:
La placenta sirve de auténtico pulmón al bebé. El oxígeno de la sangre de la madre pasa a través de las paredes de las vellosidades y oxigena la sangre del feto. Esta sangre oxigenada irriga el hígado, el corazón, el cerebro y todos los demás órganos aún no funcionales del feto. El gas carbónico es desprendido por el niño hacia la madre.

Función nutritiva:
A través de la placenta llegan al bebé, todos los nutrientes de base directamente procedentes de la degradación de los alimentos de la madre. El paso de agua, sales minerales y azúcares se realiza rápidamente. Algunos productos son almacenados para constituir reservas, como el hierro y el calcio, mientras que otros son transformados gracias a una actividad metabólica importante. El nivel de glucosa sanguínea fetal es regulado por la placenta, hasta que el hígado del bebé pueda asumir esta función, muy al final del embarazo. La placenta asegura la transferencia de vitaminas, en especial las del grupo B, así como las vitaminas D y E. La vitamina A está almacenada en el hígado del bebé; la vitamina C se acumula en la placenta, que la distribuye progresivamente hasta el octavo mes, a partir del cual se almacena directamente en las glándulas suprarrenales y en el hígado.

Función endocrina:
Considerada como una verdadera glándula, la placenta segrega sus propias hormonas, necesarias para su buena marcha del embarazo y para el correcto desarrollo del bebé. Estas hormonas tomarán el relevo de los ovarios a partir del cuarto mes. Su dosificación aporta datos sobre la vitalidad del embarazo.

 

Función protectora:
La placenta detiene muchas bacterias o sólo las deja pasar más tarde, hacia el final del embarazo, cuando la pared de las vellosidades se vuelve extremadamente fina para aumentar aún más los intercambios entre la sangre materna y la sangre fetal. Los virus, por el contrario, la atraviesan con facilidad hasta la 20ª semana, período durante el que aparecen en el bebé sus propias inmunoglobulinas. Los anticuerpos maternos pasan al niño y los inmunizan contra la mayor parte de enfermedades infecciosas, incluso 6 meses después del nacimiento, cuando su sistema inmunitario se pone en marcha.


El tercer trimestre

De las 24 a las 28 semanas:

  • La cabeza pierde su carácter velloso para ser sustituido por pelo.
  • Comienza el desarrollo de los pulmones, preparándose para el nacimiento.

De las 28 a las 40 semanas:

  • El feto crece y engorda, así como el vientre materno.
  • El corazón fetal late muy rápido, hecho que es normal.
  • Los pulmones empiezan a fabricar una sustancia llamada surfactante, pero no en cantidad suficiente para respirar solo.
  • Frecuentemente el feto se halla posicionado con la cabeza orientada en la pelvis materna.
  • El útero, como es un músculo, empezará a contraerse como consecuencia de este crecimiento, así como a estirarse los ligamentos que lo sujetan dando lugar a algunas molestias abdominales. Si las contracciones se convierten en regulares y dolorosas, pueden indicar el inicio del trabajo de parto.

En los dos últimos meses el feto cambia de aspecto, pues adquiere ya la grasa bajo la piel, y ésta se pone más tensa y de color rosado. El feto toma así un aspecto más redondeado y agradable.

A partir de entonces, al piel empieza a ganar grosor y descamarse, y el feto se recubre de una sustancia untuosa blanquecina, principalmente en la espalda y los pliegues de las extremidades. A esto se le llama vérnix caseosa, y es lo que da un aspecto blanquecino a los recién nacidos inmediatamente después del parto.

Otro cambio de la piel es su revestimiento velloso, principalmente a partir del quinto mes. Así, en el séptimo el feto está recubierto de un vello tenue, de color rubio, llamado lanugo. A medida que avanza el embarazo aquél va desapareciendo.

En el tercer trimestre el bienestar de la madre del trimestre anterior y la relativa ligereza que lo acompaña, disminuyen gradualmente. No es que la embarazada se sienta enferma, pero se fatiga con facilidad.

El útero ha aumentado notablemente para albergar al feto que crece cada día que pasa, así como el líquido que lo rodea y la placenta, cuyo desarrollo es también progresivo. Ocupa la mayor parte de la cavidad abdominal, y como comprime varios órganos y vísceras, la embarazada experimenta molestias.

La presión sobre los huesos de la pelvis provoca los dolores que en esta parte del cuerpo se experimentan. Así se explican también las frecuentes micciones y el estreñimiento.

También, los movimientos del feto, que la embarazada nota desde meses antes, son ahora más potentes. Pueden incluso ser dolorosos y a menudo son visibles, no solamente examinando el vientre desnudo, sino incluso con la ropa puesta. Se pueden notar sacudidas rítmicas que duran algo más de media hora; probablemente debidas a hipo. Es normal sentir periodos de silencio en los que puede que el bebé esté dormido y otros en los que se notará muy activo.

La gran ambivalencia del embarazo, alegría y temor, va a volver a hacer su aparición, la embarazada se siente cansada y con ganas de que llegue el parto, pero al mismo tiempo teme el enfrentarse a algo que desconoce. Muchas mujeres están más irritables a medida que el día se acerca, pueden notarse en baja forma y hasta deprimidas, y dudan de si podrán con todo lo que se avecina.

Es bueno pensar en el parto, preguntarse cómo será, pero hay que hacerlo sin angustiarse y confiando en que los profesionales nos ayudarán a pasar esas horas y nos informarán en cada momento de cómo va todo. Intentar descansar y estar relajada es la mejor opción.

El cordón umbilical

Es una especie de espiral blancuzca de 1 a 2 centímetros de diámetro, constituida a partir de las células del amnios. Forma una funda gelatinosa a través de la cual se pueden ver las arterias y la vena, que quedan así protegidas de posibles golpes.

Flexible y elástico, el cordón difícilmente se comprime, lo que garantiza el transporte sanguíneo. Encierra una vena y dos arterias que se encargan de la alimentación del feto y la eliminación de las toxinas.

Mide unos 50 centímetros, pero puede ser mucho más largo y enrollarse alrededor del cuello del feto, de sus hombros o sus miembros, También puede ocurrir que el cordón sea demasiado corto: en este caso, el feto tendrá dificultades para descender por la pelvis en el momento del parto, y habrá que practicar una cesárea.

Después del nacimiento, para prevenir una hemorragia, se pinza antes de cortarlo, y esos gruesos vasos sanguíneos se obliteran en unos días; la cicatriz dejada por el cordón umbilical será el ombligo.


Preguntas frecuentes

¿Cuándo empieza a “salir la barriga”?
En las primeras semanas los cambios no son visibles en el cuerpo materno, salvo las mamas que suelen aumentar de tamaño y están más sensibles. Hacia la semana 12 puede notarse el útero al palpar la pared abdominal. A las 20 semanas de embarazo, el vientre ya se nota abultado.

¿Cuándo se empieza a notar el bebé?
Si se trata del primer embarazo, se empiezan a notar los primeros movimientos fetales a partir de las 22 semanas de gestación. En el segundo embarazo puede notarse a partir de las 20 semanas.

¿Cuándo se puede saber el sexo del bebé?
Es posible determinar el sexo del bebé por ecografía a partir de las 14-15 semanas de gestación, dependiendo de la habilidad y experiencia del ecografista que la realiza.

¿Es preocupante la pérdida de peso durante el primer trimestre del embarazo?
En el primer trimestre del embarazo puede ser normal no incrementar o, en ocasiones, incluso puede perderse peso. Si el estado nutritivo es correcto, con una dieta variada y equilibrada, el bebé no tiene ningún déficit y no le va a influir en su crecimiento.

¿Es normal que el ombligo pierda su forma durante el embarazo?
Es normal que se deforme el ombligo durante el embarazo debido al incremento del volumen abdominal. Una vez haya transcurrido el parto probablemente volverá a la normalidad.

¿Qué se debe hacer si se nota poco al bebé?
En el tercer trimestre del embarazo los bebés acostumbran a moverse todos los días, principalmente después de las comidas y cuando la madre está más relajada. Para objetivar si un bebé se mueve poco o mucho, se debería efectuar un control diario de los movimientos fetales. Después de las tres principales comidas y durante 1 hora se debería contar el número de movimientos que se producen. Si la suma de los movimientos en estos tres periodos es inferior a 12, se debería consultar con el médico.

¿Cuándo se coloca el bebé boca abajo?
Normalmente el 96% de los fetos se colocan en posición cefálica alrededor del séptimo mes de embarazo. Algunos pueden hacerlo antes.

¿Puede seguir creciendo el bebé si al final del embarazo la madre ha engordado muy poco?
El crecimiento del bebé depende del estado nutritivo de la madre previo al embarazo. Si la madre estaba con un sobrepeso, es normal que gane poco peso durante el embarazo. Si la dieta es variada, el bebé va a nacer con el peso que le corresponde. De todas formas, es importante controlar el crecimiento del bebé mediante biometrías ecográficas y realizar pruebas para descartar que la madre no sufra algún trastorno metabólico como diabetes o alteraciones del tiroides.

¿Qué tipos de estimulación, además de la música, pueden ser beneficiosas para el feto?
La ciencia ha demostrado que la música estimula las zonas creativas y motivadoras del cerebro, se ha comprobado que la música clásica estabiliza el ritmo cardiaco, lo contrario que sucede con la música rock. El feto también es muy sensible a la voz de su madre, especialmente a su timbre emocional. Las emociones intensas de la madre, principalmente las relacionadas con la felicidad, producen cambios en las hormonas y neurotransmisores que afectan al feto, creando un ambiente intrauterino que favorece el desarrollo cerebral.