Miles de embriones sin destino| Ràdio Girona-Cadena SER
13/11/2017

En la Unidad de Reproducción Asistida de la Clínica Girona almacenan, ahora mismo, 1.500 embriones: óvulos fecundados para parejas o madres solteras que los guardan congelados por sí quieren tener más hijos. De estos 1.500 congelados, hay 700 embriones que las parejas los han dado a proyectos de investigación porque no quieren tener más hijos. Son 700 embriones que se han acumulado durante los últimos veinte años en la Clínica y no hay proyectos que los reclamen puesto que han disminuido las investigaciones. Los centros de reproducción asistida tienen que asumir el coste y el trabajo de conservar estos embriones que se guardan clasificados por parejas dentro de tanques de nitrógeno.

El embriólogo Joan Sarquella, Jefe del Laboratorio de Fecundación in vitro de la Unidad de Reproducción Asistida de la Clínica Girona, explica que “ha bajado mucho la demanda de embriones porque también ha disminuido la investigación y porque ahora se utilizan células IPS que no tienen un origen embrionario, permiten hacer los mismos estudios y no generan los problemas éticos de un embrión”. Según Sarquella se tienen que fomentar salidas para los embriones acumulados, como potenciar la investigación o flexibilizar la opción de destruirlos, la ley sólo permite hacerlo cuando la mujer ya no puede ser madre”.

Otra solución para la acumulación de embriones sobrantes y sin destino es potenciar la donación a parejas que los necesitan, cree Montse Boada, responsable de la Sección de Biologia del Servicio de Medicina de la Reproducción de la Clínica Dexeus de Barcelona.

Los requisitos para dar embriones a otras parejas o a madres solteras son que en el momento de hacer la fecundación in vitro la donante tenga 35 años o menos, el hombre menos de 50 y que no tengan ninguna enfermedad que se pueda transmitir al embrión.Según Boada, las parejas “encuentran más cómodo” dar los embriones a proyectos de investigación y les genera “menos dilemas y menos dudas” que ceder su embrión a otra pareja.

La ley prevé cuatro destinos para los embriones congelados. El uso de la propia pareja, la donación a terceros para uso reproductivo, la donación para investigación y, por último, la destrucción. Esto solo se permite en casos muy concretos. De hecho, la ley establece que solo se pueden destruir si la mujer ya no podrá ser madre y para certificarlo se piden dos informes médicos de especialistas diferentes. Si lo certifican, la pareja puede pedir a la clínica la destrucción de sus embriones. Se destruyen según Sarquella de la Clínica Girona, “actuando de forma pasiva, se extraen los embriones del tanque de nitrógeno y se detiene su crecimiento”.

El cultivo embrionario

Los embriones se congelan después del proceso de fecundación, que se hace a partir de los óvulos y el esperma de la pareja o de donantes en caso de esterilidad. Con equipos y aparatos especializados se realiza el cultivo de varios embriones de la pareja. Este proceso dura entre tres y seis días, y consiste en la división celular. Pasado este tiempo se coloca el “mejor embrión” resultante en el útero de la mujer. Si todo va bien, será madre después de nueve meses. Los embriones que sobran se congelan en tanques de nitrógeno y se clasifican por parejas para futuros usos.