Introducción


La lucha contra el cáncer puede y debe tener éxito. La clave consiste en evitar los factores de riesgo y en diagnosticar precozmente la enfermedad, para permitir la aplicación de tratamientos realmente efectivos.


Las células de nuestro organismo se multiplican constantemente de forma ordenada. Cuando este proceso normal de multiplicación de células se realiza de forma desordenada, se produce un tumor. Y cuando este crecimiento celular se realiza de forma incontrolada y anormal, el resultado es un tumor maligno, un cáncer.

El cáncer es, actualmente, la segunda causa de muerte en la población mundial.

Qué es el cáncer. Causas


Recuerde que el cáncer:

  • Afecta de forma semejante a hombres y mujeres.
  • Sólo ocasionalmente es familiar.
  • No es contagioso.
  • No está causado por el estrés.
  • No desaparecerá porque usted ignore o considere “normales” una serie de síntomas como sangrado fuera de la menstruación, dolor en el bajo vientre o úlceras vulvares.
  • No es hoy por hoy una sentencia de fatalidad, sobre todo si las visitas preventivas lo diagnostican de forma temprana.

Las células del organismo tienen la facultad de reproducirse por división. Esto permite el mantenimiento y función de los tejidos humanos. La división celular está controlada por el núcleo de la célula donde se encuentran los cromosomas. Cuando el núcleo, por diversas razones, deja de controlar tal división pueden producirse células anormales y/o que se dividan en exceso. El cáncer es la multiplicación descontrolada de una célula anormal.

El tumor maligno se diferencia del tumor benigno porque invade zonas vecinas sanas y puede, a través de la circulación linfática o sanguínea, llegar mucho más lejos de donde surgió, dando lugar a metástasis. De ahí la vital importancia de diagnosticar precozmente el cáncer, antes de que se extienda más allá de su lugar de origen.

Agentes externos

La mayoría de cánceres surgen porque nuestro organismo, o una parte de él, está expuesto durante mucho tiempo a ciertas sustancias, llamadas carcinógenos, cuya repetida acción sobre un tejido particularmente predispuesto, puede inducir cambios celulares que determinen la aparición de un cáncer.

Los agentes más frecuentemente responsables de muertes por cáncer son, por orden de frecuencia:

  • Los hábitos alimentarios (35%).
  • El tabaco (30%).
  • Determinados trabajos (4%).
  • Las radiaciones y el sol (3%).
  • Algunos tipos de virus (3%).
  • El alcohol (3%).

De estas cifras se desprende, según los expertos, que más del 80% de los cánceres serían evitables con cambios en nuestro estilo de vida y en el entorno.

Agentes hereditarios

Pero no sólo es importante la acción de agentes externos en la estimulación del crecimiento celular. El organismo tiene la capacidad de destruir las anormalidades celulares, e incluso las propias células tienden a su autodestrucción (apoptosis). Cuando falta este mecanismo de seguridad se puede producir un tumor. Este es el principal sistema de aparición de cánceres en pacientes con tumoraciones hereditarias. Desgraciadamente, la necesidad de concienciar a toda la población dificulta llevar a cabo acciones eficaces de prevención que impidan el descubrimiento del cáncer en etapas avanzadas puesto que los primeros síntomas suelen aparecer cuando el tumor ya lleva un largo tiempo de evolución.

Factores de riesgo


Debe tenerse siempre presente que para que surja un cáncer hace falta la conjunción de diversos elementos, cuya interrelación en el tiempo no se conoce todavía de forma clara.


La mayoría de los cánceres inciden en personas sin una aparente predisposición a padecerlos, sin embargo en algunos casos existen factores de riesgo que pueden incrementar la posibilidad de sufrir esta enfermedad.

Muchos cánceres surgen por la exposición de forma continuada a ciertas sustancias llamadas carcinógenos, los cuales pueden producir cambios celulares que pueden determinar la aparición de un cáncer. Algunos de ellos son bien conocidos como los hábitos alimentarios, el tabaco, determinados trabajos, las radiaciones y el sol, algunos virus, el alcohol… La prevención ideal sería aquella que actuase sobre estos factores de riesgo y por tanto redujera la incidencia de estos cánceres. En esta línea están las recomendaciones que instan a un “buen estilo de vida”: Buenos hábitos dietéticos, realización de ejercicio y disminución de hábitos tóxicos como el tabaco.

Para los cánceres ginecológicos, los factores de riesgo más importante son los antecedentes de una lesión premaligna, y la historia familiar de cáncer. Para la mama y el endometrio, las lesiones premalignas son las hiperplasias, especialmente las atípicas. Para el cuello del útero, la vagina y la vulva son las displasias (CIN-VIN) especialmente las de tipo III, las cuales suelen acompañarse de alteraciones víricas. Para el ovario en cambio, no se conocen lesiones precursoras. Ante una lesión de este tipo es imprescindible establecer una conducta preventiva.

Gracias a los avances de los últimos 20 años se conoce un gran número de factores de riesgo; ello ha conducido a la puesta en marcha de campañas preventivas y acciones que motiven a la población a realizarse las visitas médicas pertinentes. Su finalidad está muy clara: corrigiendo los hábitos de vida nocivos para la salud y acudiendo a los chequeos periódicos disminuirá la cifra de personas que anualmente mueren por cánceres teóricamente evitables o curables.

Signos y síntomas


Los cánceres más frecuentes en la mujer son los de mama, aparato digestivo y pulmón. El que se origina en los genitales femeninos representa aproximadamente el 25% de todos ellos y su localización, por orden de frecuencia, es en la mama, el cuello del útero, el endometrio, los ovarios y, de forma más rara, la vagina y la vulva.


En muchos casos el diagnóstico precoz, o temprano, puede curar el cáncer, de ahí la importancia de la revisión ginecológica anual y de acudir al ginecólogo cuando aparezcan síntomas como:

  • Pérdidas sanguíneas fuera de la menstruación.
  • Se observe un aumento del volumen del abdomen.
  • Se sientan molestias o peso persistente en una zona determinada del bajo vientre.
  • Haya flujo sanguinolento.
  • Se detecten molestias vulvares en forma de úlcera, nódulo, prurito o quemazón persistente.

Diagnóstico precoz


Muchos cánceres pueden ser tratados con éxito si su diagnóstico se realiza de forma temprana, por lo que más de la mitad de los pacientes oncológicos tienen actualmente un buen pronóstico.


Cuando no podemos actuar sobre los factores de riesgo o bien no existen, realizaremos una Prevención Secundaria que es aquella que pretende realizar un diagnóstico precoz. Con ello se pretende diagnosticar lesiones premalignas o el cáncer cuando todavía no ha dado síntomas ya que habitualmente en estos casos está en una fase inicial de la enfermedad y por tanto su pronóstico será más favorable.

¿Cuáles son las lesiones premalignas?

  • Para la mama y el endometrio son las hiperplasias, especialmente las atípicas.
  • Para el cuello del útero, la vagina y la vulva son las displasias (CIN-VIN), especialmente las de tipo III.
  • Para el ovario, en cambio, no se conocen lesiones precursoras.

Para conseguir el diagnóstico precoz es importante que usted realice una revisión ginecológica anual donde su médico le realizará un examen mamario con la finalidad de detectar posibles nódulos y secreciones, un examen genital con realización de colposcopia y toma de muestras para citología y le realizará un tacto vaginal bimanual que permite la valoración del útero y de los anejos. Además le solicitará las pruebas complementarias que considere necesarias en función de sus antecedentes personales y la presencia o no de lesiones premalignas.

Para el cáncer de mama, la técnica de elección es la mamografía que se acompañará o no de ecografía mamaria; para el cuello del útero la citología y para el ovario la ecografía transvaginal. Asimismo, su ginecólogo le indicará la frecuencia con la que debe realizar dichas exploraciones.

Cáncer de ovario detectado mediante ecografía transvaginal en un programa de screening

Ejemplo de cáncer de ovario detectado mediante ecografía transvaginal en un programa de screening.

Es fundamental diagnosticar precozmente el cáncer, es decir, diagnosticarlo en sus primeras etapas. Desgraciadamente, la falta de síntomas o molestias en esos estadios precoces hace que la mayoría de las mujeres no acudan a consulta médica, por eso, queremos hacer especial énfasis en la necesidad que tiene toda mujer, desde que comienza a tener relaciones sexuales, o a partir de los 25 años, aunque no las tenga, de hacerse un examen ginecológico completo anualmente.

Tratamiento


La participación activa de la paciente y el deseo de superar la enfermedad son pilares fundamentales a lo largo de todo el proceso de tratamiento, así como la confianza en el mismo y el cumplimiento estricto del seguimiento recomendado.


El protocolo de tratamiento del cáncer ginecológico incluye un grupo de medidas que varían en función de diversos factores tales como:

  • El órgano a tratar (cérvix, endometrio, ovario).
  • La extensión de la enfermedad.
  • La edad.
  • El estado general de salud.

Los tratamientos más comunes son:

  • Extirpación local (con láser o asa diatérmica) para las lesiones preinvasivas del cuello uterino, que se curan prácticamente en el 100% de los casos.
  • Cirugía.
  • Radioterapia.
  • Quimioterapia.
  • Hormonoterapia.

Enlaces de interés

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NCI. National Cancer Institute
Estadios del cáncer de cuello uterino.

NCI. National Cancer Institute
Estadios del cáncer epitelial de los ovarios.

NCI. National Cancer Institute
Estadios del cáncer del endometrio.