El diagnóstico genético preimplantacional es una técnica complementaria a la fecundación in vitro que nos permite conocer ciertas características genéticas de los embriones cultivados en el laboratorio antes de que sean transferidos al útero.

De esta manera, mediante la técnica de diagnóstico genético preimplantacional o dgp es posible seleccionar para la transferencia únicamente embriones libres de la patología para la cual hemos realizado el análisis y así evitar la concepción de un niño afecto.

Es importante distinguir entre dos tipos distintos de DGP: El DGP para pacientes de alto riesgo genético y el DGP para pacientes de FIV.

Las parejas de alto riesgo genético son aquellas en las que uno o ambos miembros son portadores de una alteración genética conocida. Son parejas que, pudiendo o no tener problemas de fertilidad, son conocedores de que tienen riesgo de transmitir una enfermedad familiar grave a la siguiente generación. Como ejemplos podríamos citar la fibrosis quística, el síndrome del Xfrágil, o la poliquistosis renal … pero en realidad, casi cualquier enfermedad hereditaria grave es susceptible de ser diagnosticada a nivel preimplantacional. Los portadores de alteraciones del cariotipo también estarían incluidos en este grupo de candidatos.

El otro gran grupo de beneficiarios del diagnóstico genético preimplantacional son determinadas mujeres o parejas que precisan una FIV ¿Cuáles? Pues cuando la mujer tiene 38 años o más, cuando se han sufrido 2 o + abortos, cuando exista un factor masculino severo o tras haber realizado más de un ciclo de FIV sin haber conseguido gestación.

¿Y por qué en estos casos? Pues porque es conocido que estas características se asocian a la generación de un elevado número de embriones con anomalías en el número de cromosomas. Lamentablemente, embriones cromosómicamente anormales pueden desarrollarse correctamente in vitro y tener un excelente aspecto a nivel externo. El análisis cromosómico mediante DGP nos permite discriminar entre embriones cromosómicamente normales y anormales, de manera que podremos seleccionar para la transferencia un embrión cromosómicamente normal y maximizaremos así las posibilidades de conseguir un embarazo que concluya con el nacimiento de un bebé sano.