Según la última Encuesta Nacional de Salud, un 19% de la población femenina fuma, y se calcula que un 30% de las mujeres embarazadas siguen haciéndolo. Algunas porque no pueden dejarlo o creen que la ansiedad que les provocaría sería aún peor, y otras porque piensan que, si reducen el consumo, no dañan al bebé. Pero ambas ideas están equivocadas, ya que la exposición al tabaco durante el embarazo siempre tiene efectos perjudiciales, y la prueba es que los hijos de madres fumadoras suelen tener más problemas respiratorios, infecciones y otitis de repetición. Y se ha demostrado que fumar durante el embarazo aumenta el riesgo de aborto, parto prematuro, bajo peso al nacer, malformaciones y muerte súbita del lactante.

Por eso, la maternidad es una razón de peso para dejar de fumar. Aunque lo mejor es dejarlo mucho antes, aunque ni siquiera estés pensando en quedarte embarazada, ya que, además de ser nocivo para tu salud, también puede afectar a la fertilidad.

El problema es que el tabaco es altamente adictivo. Dejar de fumar no es fácil, y lograrlo sin ayuda cuesta más. De hecho, las estadísticas indican que de cada tres personas que fuman, dos han intentado dejarlo al menos alguna vez.  Según explica la psicóloga Sandra García Lumbreras, responsable de la Unidad de Psicología de Dexeus Mujer, «ningún tratamiento es mágico y todos requieren esfuerzo”. Pero lo que está claro es que es fundamental contar con apoyo, ya que hay que trabajar tanto la parte de la dependencia física como la psicológica. “De hecho, cuando preguntamos a las personas fumadoras por qué fuman, la mayoría no puede dar una justificación. Simplemente indican que tienen la necesidad o que lo hacen porque les relaja. En muchos casos, es un hábito que se realiza de forma rutinaria, como al salir de casa o del cine, cuando están con amigos, para pasar el rato, o como premio, después de haber hecho un esfuerzo mental o físico”, explica.

“Pero la idea de que fumar relaja es un mito. La sensación de relajación que sentimos se debe a que fumar calma el síndrome de abstinencia que provoca la nicotina. En realidad, el tabaco tiene un efecto excitante sobre el sistema nervioso y el ritmo cardíaco. Por eso, lo primero que hacemos en la terapia es desmitificar ese y otros mitos y que cada persona descubra cuáles son sus ‘momentos de debilidad’, su grado de dependencia y su motivación, que es fundamental para el éxito”, añade.

La segunda fase consiste en ir reduciendo de forma gradual el consumo y la puesta en práctica de técnicas que ayudan a relajarse y a controlar la ansiedad. Hay personas que necesitan utilizar parches o masticar chicles con nicotina y otras no, cada caso es diferente. Por último, se entrenan habilidades para anticiparse o prevenir situaciones de riesgo (cenas con amigos, celebraciones, momentos de estrés, etc.), con el fin de facilitar recursos para hacerles frente.

Si eres fumadora y estás embarazada o te estás planteando dejarlo, lo mejor es que pidas ayuda a un especialista. En este post, nuestra psicóloga Sandra García te ofrece algunos consejos útiles:

  1. Sé sincera contigo misma. El único secreto para lograr dejarlo definitivamente es querer hacerlo. Así que busca un motivo que te dé fuerza y ten confianza en ti misma.  Si vas con dudas o empujada por otros te resultará más difícil.
  2. Ten a mano alternativas: una botella de agua, fruta, chicles o caramelos sin azúcar. Así, cuando sientas la necesidad de fumar, podrás recurrir a otras opciones. Recuerda: la sensación de abstinencia es pasajera y se puede controlar.
  3. Haz público tu compromiso: avisa a tus amigos, familia y compañeros de trabajo de que vas a dejarlo. Así reafirmas tu compromiso y contarás con el apoyo de los demás.
  4. Cambia tus hábitos: evita situaciones que propicien el consumo: date un paseo en las pausas o descanso del trabajo, reduce el café, haz alguna actividad que te guste (jardinería, punto, fotografía); haz más ejercicio, y date premios para celebrar tus progresos: tres días sin fumar, una semana, un mes, etc.
  5. Recuerda que dejar de fumar no engorda. Muchas mujeres temen ganar peso porque suelen picar más para calmar la ansiedad de dejar el hábito, pero intenta mantenerte entretenida con otras actividades que te alejen de pensar en el tabaco (leer, sal a caminar, etc.). Si no puedes evitar acudir a la nevera, elige tentempiés sanos, como zanahoria o fruta fresca. Al principio es posible ganar uno o dos kilos, pero después se vuelven a perder.
  6. La terapia no dura más de 3 meses. Contrariamente a lo que se cree, los tratamientos de deshabituación al tabaco no suelen durar más de 3 meses.
  7. Cada cigarro menos es un punto a favor de tu salud, ya que los efectos beneficiosos de dejar de fumar son inmediatos: a los 20 minutos de fumar un cigarrillo empieza a normalizarse la frecuencia cardíaca, a las 8 h los niveles de monóxido de carbono empiezan a descender y aumenta el nivel de oxígeno en los pulmones; a los dos días mejora el sentido del olfato y del gusto, y los niveles de nicotina empiezan a tocar fondo; a los tres meses desaparece la tos y mejora la capacidad respiratoria, y al año, el riesgo de tener un problema cardiovascular ya es un 50% menor que el de un fumador, ¡y seguirá bajando! Además, cada vez te sentirás mejor físicamente, aparte del subidón de autoestima que supone conseguirlo.

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