Hace un tiempo quedé con mi amiga Sandra. Entonces tenía 47 años y estaba embarazada de mellizos. Llevaba un niño y una niña, como me pasaría a mí un año más tarde, y además de que hacía demasiado tiempo que no nos habíamos visto, me interesaba mucho hablar con ella porque había conseguido embarazarse gracias a un tratamiento de reproducción asistida y yo me encontraba inmersa en otro.

Sandra y yo tenemos ese tipo de relación en la que podemos pasar años sin vernos, pero esto no impide que nos tratemos con la confianza de siempre. Por eso no tardé en preguntarle si su embarazo era de in vitro.

—Sí —me dijo sin reparos.

—Y de donación de óvulos, ¿no?

Lo pregunté con naturalidad. No pensé que pudiera suponerle un trago hablar del tema. Pero en cuanto oyó la pregunta, la cara se le transformó.

—No lo sabe nadie, ni mi familia —me confesó.

El tabú alrededor de la ovodonación es fortísimo, pero los datos son contundentes. En Dexeus Mujer prácticamente la mitad de las fecundaciones in vitro se hacen con óvulos donados y las cifras podrían ser similares en otras clínicas. A partir de los 40 años, casi ninguna mujer que se someta a tratamientos de fertilidad lo hace con sus propios óvulos, a no ser que haya tenido la previsión de congelarlos. No estaría mal que esto nos lo explicaran cuando todavía tenemos pocas ganas de ser madres y una buena edad para extraernos ovocitos. Pero, por desgracia, esto ocurre poco y cada vez son más las mujeres que necesitan de la ovodonación para concebir.

Los datos demuestran que las donaciones van en aumento y, sin embargo, el silencio provoca que cada mujer que las necesita sienta falsamente que su caso es único. Algunas viven la situación como un drama, sin saber que muchos de los mellizos que se cruzan por la calle son fruto de una ovodonación.

Es necesario abrir las puertas de ese armario y más de una celebrity haría bien en compartir su secreto con la sociedad. Por eso me he decidido a explicar mi caso. Mis hijos son de donación de óvulos, están preciosos, sanos y felices y mucha gente asegura que mi hija se parece a mí, porque es morena de ojos claros. Todos en casa sabemos que no es posible, pero al mismo tiempo admitimos que tienen razón porque el equipo de biología de la Dexeus hizo una gran labor escogiendo a la candidata óptima para nosotros, haciendo que su fenotipo se pareciera al mío. Y el mundo está lleno de gente que demuestra a diario que no hace falta compartir los genes para parecerse.