En las últimas semanas, los medios de comunicación han puesto en primer plano un debate sobre cuál es el mejor método de higiene menstrual. Un tema que ha tenido un gran impacto social, porque -como ya sabemos-, todo lo que sale en prensa es noticia o, por lo menos, tema de conversación. El problema es que, al ritmo que vamos, las noticias aparecen y desaparecen a una velocidad que no nos permite reflexionar. Recordamos el titular, pero, a menudo, nos queda la duda de cómo se resolvió el asunto o cuál fue la conclusión final. Un claro ejemplo es este debate.

La noticia saltó a los medios a raíz de la moción presentada por un partido político. ¿Su propuesta? Promover el uso de métodos de higiene alternativos a tampones y compresas. ¿El motivo? Ofrecer un método más económico, ecológico y respetuoso con el medio ambiente. ¿La reacción? Sorpresa, indignación, pitorreo, polémica y confusión general. Basta con hacer un repaso a los comentarios que suscitó el tema en twitter, o leer las críticas que muchos columnistas publicaron en los periódicos. Se habló de involución y de pedagogía política, de la ley de la oferta y la demanda, de aleccionamiento en higiene íntima y de intereses comerciales. El tema, como podéis ver, dio para mucho.

Aún así, muchas mujeres se hicieron algunas preguntas: ¿cuál es el mejor método? ¿Qué riesgos comporta el uso de tampones? ¿Es menos higiénico utilizar una compresa que un tampón? Por lo que durante los dos o tres días que duró el debate, los medios, buscaron desesperadamente la voz de los expertos para resolverlas.

Y su respuesta fue clara y unánime: no hay un método que sea mejor que otro de forma general. Todos son igual de válidos y tienen ventajas e inconvenientes. Lo importante es que cada mujer sepa que existen diferentes opciones y pueda elegir la que le resulte más cómoda o se adapte mejor a sus necesidades.

Según Núria Parera, responsable del área de Ginecología de la Infancia y la Adolescencia de Salud de la Mujer Dexeus, «Las copas menstruales ya hace unos cincuenta años que se utilizan en Estados Unidos y aquí ya se vendían en algunas farmacias hace unos diez años. Ahora su uso se está extendiendo porque hay más empresas que las fabrican”. En cuanto a los tampones, también hace más de cincuenta años que se utilizan y las principales marcas los han sometido a rigurosos estudios toxicológicos y dermatológicos. Pero hay mujeres que no los toleran o que son especialmente sensibles a los materiales con los que se elaboran. «Por eso hay que insistir en que la elección debe ser siempre personal«, remarca la Dra. Núria Parera.