Lo de cumplir años es algo que algunas llevamos mejor que otras. Todo depende de cómo nos sintamos. Una amiga me explicaba que a los 55 se sentía mucho más joven que diez años atrás, ya que su vida había dado un giro radical: se había vuelto a enamorar, hacía deporte todos los fines de semana y viajaba mucho más. ¿Su secreto? La actitud personal. Aunque también influía su energía y buen estado físico, porque cuando salíamos en grupo a caminar ¡no había quien la alcanzara!

Lo que está claro es que el mito de menopausia = envejecimiento ha ido perdiendo fuerza. Lo importante es estar preparada, y para eso hay que empezar a cuidarse –pero de verdad, ¿eh? – a partir de los 40, por lo que pueda pasar. Y digo esto porque a menudo, la menopausia nos pilla desprevenidas, o, lo que es más duro, puede presentarse antes de tiempo y eso es difícil de asimilar, sobre todo si tienes 40 y pocos años, o menos, y ni te imaginabas que se te iba a adelantar.

En general, la edad media en la que aparece gira en torno a los 51 años, y eso vale para todos los países del mundo y para todas las mujeres, independientemente de su etnia o país de origen. Pero en algunas mujeres los ovarios dejan de funcionar antes de lo previsto, y cuando eso ocurre antes de los 40 años, los médicos lo denominan “fallo ovárico precoz”, que es lo que antes se llamaba ‘menopausia precoz’. ¿Qué quiere decir eso? Pues, sencillamente, que la capacidad de los ovarios se agota, tanto para reproducirse como para producir hormonas, y eso puede afectar a nuestra salud y bienestar, ya que las hormonas femeninas tienen muchas funciones además de las propiamente relacionadas con la reproducción: ayudan a mantener una buena densidad ósea, protegen el sistema cardiovascular, estimulan la lubricación y el deseo sexual, y favorecen la memoria y el equilibrio de la piel o de la temperatura corporal, entre otras.

¿Por qué se adelanta? Es algo que ocurre en un 1% de los casos. A veces puede ser consecuencia de un tratamiento por radioterapia, quimioterapia o cirugía ovárica. Pero en la mayoría de los casos se desconoce la causa. Sin embargo, existe una predisposición familiar, y por esta razón se cree que la genética juega un papel importante.

¿Qué soluciones hay?
Actualmente, el tratamiento se basa en sustituir las hormonas que los ovarios deberían producir para evitar las consecuencias a corto y largo plazo. Los estrógenos son la principal hormona que segregan los ovarios y, actualmente, los tratamientos que utilizamos son estrógenos exactamente iguales a los que producimos nosotros y en la dosis mínima necesaria para que el hecho de dejar de producirlas no tenga efectos no deseados o consecuencias sobre la salud. Se pueden administrar por vía oral (pastillas) o transdérmica (con parches o geles). En la menopausia solo las damos en caso de necesidad, pero en caso de fallo ovárico antes de los 40 años siempre está indicado el tratamiento.

¿Qué puedes hacer tú? Cuidarte más: para prevenir algunos de los síntomas y riesgos asociados a la falta de producción natural de estrógenos se recomienda seguir una alimentación saludable, que incluya un buen aporte de calcio (a través de lácteos, frutos secos, pescado azul), tomar el sol 5 minutos al día sin protección para favorecer el aporte de vitamina D, y hacer ejercicio físico de forma regular para favorecer el mantenimiento de la masa ósea, un buen tono muscular y un corazón en forma. También es fundamental evitar el sobrepeso.

¿Y si quiero tener hijos? En general, aconsejamos la recepción de óvulos de donante, ya que, por el momento, no existen tratamientos que logren estimular los ovarios cuando se produce el fallo ovárico precoz. En el futuro, quizás veremos el fruto de proyectos de investigación en curso; algunos se basan en la activación de los pocos ovocitos que puedan quedar en el ovario, y otros en la transformación de células madre en óvulos. Pero todavía estamos lejos de poderlos aplicar en la práctica clínica.

Apoyo psicológico: La interrupción de la función de los ovarios está ligada a muchas emociones, y en algunos casos al sentimiento de feminidad. Por eso es muy importante hablarlo con un profesional que pueda ayudar y servir de guía en el momento del diagnóstico y, sobre todo, haga el seguimiento.

Y para acabar, un último consejo: si estás en la década de los 40 y todavía te faltan unos años para la menopausia, no te confíes, ya que lo ideal es que cuando se presente te pille con el peso adecuado y “tonificadita”, para ir ganando tiempo.