Hay una edad temida por la mayoría de padres y madres: la adolescencia de sus hijos. Una etapa en la que muchos adolescentes empezarán a compartir su sexualidad con otras personas. Y pensar en ello crea miedo por muchos motivos: asimilar que los hijos se hacen mayores, dudar de si tomarán decisiones adecuadas y responsables, además, todo aquello vinculado al sexo sigue siendo muy tabú.

Por eso es importante comprender que la buena educación afectiva y sexual no es aquella que se empieza cuando los adolescentes tienen 13 o 14 años sino que es un camino que se empieza a recorrer desde que nacen y mientras van creciendo. ¿Qué significa eso? Que todas aquellas cosas que sucedan en casa vinculadas con la sexualidad (desde cómo se nombran los genitales hasta cómo se reacciona ante una escena erótica de la televisión) ayudarán a que un niño y/o una niña se haga una idea del concepto de sexualidad y afectividad. Pero también aquellas cosas que no son estrictamente explícitas y vinculadas con el sexo. Me refiero a lo que aprenda en casa sobre cómo relacionarse con los demás, cómo poner en práctica la asertividad, su nivel de autoestima…

Por eso, os lanzo cinco ingredientes que pueden ayudar para hacer una buena educación afectiva y sexual desde que nacen nuestros hijos:

  1. Amor
  2. Naturalidad
  3. Confianza
  4. Paciencia
  5. Empatía

Os invito a ver por qué propongo estos cinco ingredientes:

El amor: porque es la base de la buena educación afectiva y sexual. Y nuestros hijos deben comprender que, por encima de todo, los amamos. Solamente así nos tendrán en cuenta cuando lo necesiten.

La naturalidad: porque el sexo ha sido, y sigue siendo, un tema tabú en nuestro entorno y es importante que apostemos por vivirlo de manera natural, porque forma parte de nosotros y no es nada malo.

La confianza: nuestros hijos e hijas tomarán sus propias decisiones, y así deben hacerlo, por lo que es importante que hablemos con ellos y les mostremos que confiamos en su criterio y en sus decisiones, aunque nos cueste.

La paciencia: la paciencia… ese ingrediente que no lo venden en ningún sitio y que es tan necesario. Paciencia porque habrá momentos en que nuestros hijos se equivocarán y deberemos estar a su lado, pase lo que pase. Y no siempre es sencillo.

La empatía: ser adolescente no es fácil. Es una etapa muy complicada en la vida de una persona. Y todas las personas pasamos por ella. Empatizar con los adolescentes (incluso recordar nuestra adolescencia) nos puede ayudar a rebajar los niveles de tensión en situaciones complicadas.

Cada persona se mueve por el terreno afectivo y sexual de la mejor manera que puede… y los hijos también… y tienen mucho que aprender, por lo que os propongo que les facilitemos el camino diciéndoles alto y claro que estamos a su lado y que les ayudaremos cuando sea necesario.

¿Os apuntáis a ser un buen apoyo para vuestros hijos?

 

Libros recomendados

  1. «Parlem de sexe a casa. Guia per una bona educació sexual» – Elena Crespi
  2. «Tot el que no t’atreveixes a preguntar als pares» – Adolescents.cat
  3. «Hablemos de sexo con nuestros hijos» – Nieves González