Las escenas de sexo en las películas suelen ser tan impulsivas y excitantes que una se pregunta qué está fallando en su vida personal si no le ocurre lo mismo con su pareja. Pero los temas de sexualidad siguen siendo muy íntimos y muy privados. Así que raramente explicamos los detalles de esa parte. Y aún menos los problemas.

Sin embargo, sentir dolor en el momento de la penetración es un problema común y más frecuente de lo que parece. Se calcula que tres de cada cuatro mujeres pueden haber experimentado un coito doloroso en algún momento de su vida. Y es el motivo de un 15% de las consultas al ginecólogo. Aunque la incidencia seguramente sea más alta ya que, con frecuencia, por miedo, vergüenza o porque en muchos casos se asocia a falta de lubricación o deseo, no se consulta.

En cualquier caso, cuando la situación es repetitiva y se mantiene durante más de tres meses o afecta a la vida personal y a la relación de pareja, merece atención médica. Pero claro, dar el paso no resulta fácil, y contarlo a cualquiera tampoco. Es necesario un cierto clima de confianza. Por eso es fundamental que las pacientes estén abiertas a consultar los problemas relacionados con la salud sexual y que los ginecólogos muestren empatía y favorezcan la comunicación mutua.

¿Cuáles son las causas?

En general, el tratamiento de la dispareunia, que es el nombre que recibe este trastorno en la terminología médica, depende de la causa que provoca el dolor. Pueden ser varias:

  • Falta de lubricación o sequedad vaginal debido a cambios hormonales, como ocurre durante la lactancia o la menopausia, en que disminuye la presencia de estrógenos.
  • Alteraciones del pH vaginal por usar productos de higiene inadecuados.
  • Afecciones de la piel (dermatitis o lesiones).
  • Problemas orgánicos como malformaciones vaginales, infecciones (vaginitis, cistitis), enfermedades pélvicas, cicatrices por intervenciones quirúrgicas (episiotomía), vaginismo (un exceso de tono muscular que provoca la contracción involuntaria de la vagina), vulvodinia, una disfunción de origen nervioso que se caracteriza por dolor crónico en la zona de la vulva, hipersensibilidad y escozor al contacto.
  • Causas psicológicas: falta de excitación, ansiedad, deseo sexual inhibido, educación sexual inadecuada, experiencias traumáticas en el pasado.

Si el dolor se experimenta en una zona más interna podría ser una señal de alerta de otros trastornos como una endometriosis, quistes o problemas en el útero, que es importante que no pasen desapercibidos. En general, para hacer el diagnóstico, siempre es importante realizar una exploración física, y, si el médico lo considera necesario, un cultivo o una ecografía.

Es probable que en la consulta, el médico te pregunte cuestiones más personales como si te excitas o no con facilidad, si te ocurre con todas las parejas y en todos los coitos, con qué frecuencia mantienes relaciones sexuales, o si el dolor aparece con la penetración superficial o profunda. Puede que te sorprenda, pero cualquier detalle que esté relacionado puede ser útil. También es importante describir el dolor, aunque resulte difícil: no es lo mismo sentir ardor o quemazón, que una contractura o un dolor punzante. Y si has tenido una mala experiencia sexual o tienes algún miedo sé sincera, ya que a veces el origen del problema es precisamente ese.

 

¿Qué soluciones hay?

  1. Si la causa es hormonal o la falta de lubricación, el tratamiento consiste en utilizar estrógenos por vía vaginal, lubricantes durante las relaciones sexuales y, sobre todo, hidratantes vaginales. Hay productos que están específicamente pensados para hidratar y lubricar esta zona, y que resultan inodoros, incoloros y de textura muy fluida.
  1. Para la hipertonía o vaginismo, la fisioterapia es la primera opción. A través de ejercicios específicos, técnicas respiratorias y el uso de dilatadores y masajes vaginales se puede relajar la musculatura de la zona. La respuesta suele ser muy buena.
  1. Si se trata de un problema orgánico, el tratamiento dependerá de la causa y de cada caso. Para la vulvodinia, por ejemplo, se pueden indicar pomadas que tienen una acción analgésica y medicamentos específicos para tratar el dolor crónico. Muchas veces, el problema requiere un abordaje multidisciplinar (diferentes especialistas) y una terapia combinada, que incluya tratamiento farmacológico, psicoterapia y fisioterapia.
  1. Cuando el origen es psicológico, pide a tu ginecólogo/a que te facilite el contacto de un experto en cuestiones de sexualidad. Y sé práctica. No se trata de iniciar una terapia de análisis a largo plazo, sino de contar con el apoyo de un especialista que te ayude a afrontar y superar el problema, o a cambiar de actitud ante el sexo y aumentar el deseo o la desinhibición.