Aunque hacer topless ya no está tan de moda, en verano la piel del pecho y el escote está más expuesta a la radiación solar. Además, el contacto con el agua, la sal y el cloro de las piscinas, así como las picaduras de insectos y el roce con superficies o tejidos, sumados al efecto del calor y la humedad, pueden favorecer la aparición de reacciones alérgicas (eccema, dermatitis) o rojeces (eritema). Esta zona es especialmente sensible, por lo que en los meses estivales es importante prestarle una especial atención, sobre todo si tienes la piel muy blanca, con pecas, atópica o te encuentras en una situación especial, porque estás tomando alguna medicación o bajo tratamiento oncológico, que puede volver tu piel mucho más sensible a los rayos solares.

En los últimos años han aumentado los casos de alergias solares y de cáncer de piel, tanto melanoma como carcinomas no melanoma, un riesgo que en general todavía se infravalora, y se observan casos cada vez a edades más tempranas. Por lo tanto, es importante extremar las precauciones frente al sol todo el año y más en los meses de verano. Si notas algo que te llama la atención, como cambios en lunares, lesiones nuevas o heridas que no cicatrizan, no dudes en consultar con tu dermatólogo.

Si estás embarazada o das el pecho es probable que tus mamas estén más sensibles, por los cambios hormonales y la lactancia. Además, tanto durante la gestación como en la lactancia aumenta el volumen mamario, las molestias y la predisposición a que aparezcan manchas en la piel y se acentúe la pigmentación de ciertas zonas como la areola y los pezones. En general estos cambios van desapareciendo gradualmente tras el embarazo.

Asimismo, con el paso de los años y los desajustes hormonales de la menopausia, la piel se vuelve más fina y más seca, y puede aumentar la sensibilidad en la zona mamaria y favorecer la aparición de arrugas y manchas en la piel, con pérdida de la elasticidad y de la capacidad de regeneración y corrección de errores a nivel celular. 

Por ello, en verano conviene reforzar la protección. En este post ofrecemos algunos consejos útiles, siguiendo las recomendaciones de la Dra. María García Gallardo, ginecóloga especializada en Mastología y Patología mamaria de Dexeus Mujer y la Dra. María Victoria Rosso, dermatóloga del Instituto de Dermatología Avanzada IDERMA.

  1. Sujetadores de tejido transpirable. Utiliza a diario sujetadores elaborados con fibras naturales y tejidos transpirables. Puedes ponerte puntualmente otros, pero tus básicos de verano siempre de algodón.
  2. La elección del bikini o traje de baño. Es importante que se adapte al volumen de tu pecho (sin comprimirlo) y al contorno de tu espalda –al igual que el sujetador– y que sea una prenda cómoda y elástica. No tiene que apretarte ni dejarte marcas en la piel. Eso de “ya se dará” no es una regla válida. En general, se recomienda que la tela de los bikinis y trajes de baño sea lo más ligera posible para proporcionar transpirabilidad, así como un secado óptimo, y mejor que no estén muy forrados.
  3. Evita la humedad. Evita que el pecho y la zona de la areola estén en contacto con la humedad de forma prolongada. Si tu bañador no se seca de forma rápida, es mejor sustituirlo por otro tras el baño. Lleva siempre en tu bolsa otro juego de recambio.
  4. Hidratación tras el baño. Tras los baños en el mar y la piscina, date una ducha de agua fresca (o no muy caliente) y tras secarte suavemente, aplica sobre la zona del pecho y el escote una crema hidratante fluida corporal. Mejor que sea de textura ligera, de rápida absorción y sin perfumes intensos. Las cremas post solares están más enriquecidas con agentes calmantes, hidratantes y reparadores, como aloe vera, soja, ácido hialurónico, vitamina E, niacinamida, y son una buena opción para aliviar la piel después de exponerla al sol.
  5. Protector solar. Aplícate a diario antes de salir de casa un buen protector solar en las zonas de la piel que estén expuestas a la radiación solar y no queden cubiertas por nuestra ropa (protección física). Recuerda que debes renovarlo con una frecuencia de 2 a 3 horas, y si sudas, te bañas o te secas con una toalla, para que no pierda su efectividad. Se recomienda que sea de amplio espectro, es decir con cobertura tanto para los rayos UVA como los UVB. Con Factor de Protección Solar (FPS) 30 o superior para exposiciones diarias u ocasionales, FPS 30-50 para actividades prolongadas al aire libre como para hacer deporte, FPS 50 si tienes piel clara y ojos claros, trabajas al aire libre o si tienes factores de riesgo para cáncer de piel. Además puedes comprobar en la etiqueta que sea resistente o muy resistente al agua si vas a nadar o hacer ejercicio físico intenso.
  6. Manchas cutáneas: Las manchas solares o seniles suelen aparecer en las zonas más expuestas al sol, como la cara, el escote, el dorso de las manos, los hombros y los antebrazos y son el resultado de la exposición crónica a los rayos UV sin protección o a cabinas de bronceado. Es conveniente evitar la exposición solar en las horas de mayor intensidad y cuidarnos durante todo el año y desde edades tempranas para prevenir el envejecimiento prematuro de la piel. En caso de nuevas manchas en la piel no dudes en consultar con tu dermatólogo.
  7. Para prevenir las arrugas: aunque influyen factores genéticos, nutricionales y ambientales, se ha comprobado que el sol acelera el envejecimiento de la piel. Además, con el paso de los años, la renovación celular es más lenta y la capa más externa se vuelve más delgada y menos elástica. Cuidar la dieta, evitar la exposición al sol directa sin protección, hacer ejercicio de forma regular –que favorece la circulación sanguínea y la oxigenación celular– y tomar algunos suplementos ricos en vitaminas antioxidantes, ácido hialurónico o colágeno, pueden ayudar a reforzar su estructura y elasticidad. Consulta a un especialista en dermatología.
  8. Si estás embarazada o das el pecho, puedes aplicarte cremas hidratantes o aceites para evitar la parición de estrías y de sequedad de los pezones. Utiliza sujetadores específicos de tira amplia que se adapten al nuevo volumen mamario y que lo sujeten bien. Procura que la zona del pecho esté siempre bien aireada y limpia. Tras las tomas, lava bien la zona de la areola con agua y un jabón neutro y utiliza papel para secarlos, dando toquecitos suaves. Si tienes grietas hay que buscar la causa, es posible que el bebé no succione bien o que no esté en la posición correcta. Consulta a un especialista. En estos casos extrema la higiene. No utilices fármacos, cremas antiinflamatorias ni otros productos que no te haya indicado tu ginecólogo o ginecóloga.
  9. Vitaminas antioxidantes: la dieta es un factor muy importante. Además de ser equilibrada, baja en azúcar y grasas saturadas, conviene que aporte líquidos (agua, té verde, zumos naturales) y alimentos ricos en vitaminas de acción antioxidante, como la A, la E y la C, que están presentes en muchas frutas y hortalizas y vegetales de hoja verde, como el aguacate, el aceite de oliva y algunos frutos secos, como las nueces. También puedes consultar al dermatólogo/a sobre los fotoprotectores orales en cápsulas o comprimidos. Así, desde el interior multiplicas la resistencia de tu piel al sol y complementas la protección física (sombra, gorros, gafas con filtro UV) y tópica (cremas solares) gracias a su elevada concentración de antioxidantes, entre ellos los betacarotenos que contribuyen a disminuir el daño oxidativo de la radiación solar sobre nuestra piel. Se recomienda incorporarlos desde el inicio de la primavera hasta el final del otoño.