Aunque no se habla mucho, el descenso hormonal que caracteriza a la menopausia también pasa factura a nuestra vista y puede provocar una serie de problemas oculares, como sensación de sequedad o falta de lubricación, picor, enrojecimiento o incluso, a veces, visión borrosa, que son síntomas característicos del llamado síndrome del ojo seco.  Los ginecólogos lo saben y muchas mujeres también. Pero se considera un problema poco importante y, en general, no siempre se le presta demasiada atención. De hecho, nosotras somos las primeras en restarles importancia y pensar “¡ya se pasarán!”. Sin embargo, si la causa es este síndrome no desaparecen, sino que, al revés, con los años pueden ir a más si no se tratan. Además, tienen un impacto importante en la calidad de vida, ya que afectan a muchas actividades que hacemos a diario, como leer, trabajar con el ordenador o conducir -lo que comporta riesgos-, por lo que es importante consultar a un especialista.

Pero ¿qué tienen que ver los ojos con las hormonas?, te preguntarás. “Todos estos problemas se deben a que las superficies de la córnea y la conjuntiva del ojo contienen receptores de hormonas sexuales que, al verse alteradas durante esta etapa, incluso en la premenopausia, producen una modificación en la cantidad y la calidad de la película lagrimal”, explica el Dr. Pascual García Alfaro, responsable de la Unidad de Menopausia de nuestro centro, que recientemente ha publicado un estudio sobre estos problemas, que afectan a más del 60% de la población femenina a partir de la menopausia. Así que, como ves, son muy frecuentes. Para tratarlos, “hay que utilizar siempre productos específicos de venta en farmacias que se denominan lágrimas artificiales, aunque hay algunas técnicas oftalmológicas que realizan Centros de oftalmología con expertos en el Ojo Seco”, añade el Dr. P. G. Alfaro.

Por otro lado, el uso de mascarillas puede empeorar algunos de los síntomas del ojo seco, porque como cubre la nariz y la boca, al exhalar, el CO2 puede quedar concentrado más cerca de los ojos. Por este motivo es importante ajustarse bien la mascarilla en la zona de la nariz, algo que también se aconseja si llevas gafas, para evitar que se entelen al formarse vaho.

Por otro lado, aunque no tengas estos problemas, a partir de los 45-50 años hay que estar pendiente de la pérdida de la agudeza visual que se produce con el paso de los años, ya que es normal que aparezca la presbicia, o vista cansada, y con los años, también cataratas o el glaucoma.

Buenos hábitos de salud visual

¿Y qué puedes hacer? Lo primero: hazte revisiones oftalmológicas de forma regular, y acude a la óptica para ajustar tu graduación de forma periódica, tanto si llevas gafas de forma habitual, como utilizas unas para vista cansada, ya que esta última también experimenta modificaciones durante unos años. Estos controles también permiten adelantarse y hacer un diagnóstico precoz.

Informa a tu ginecólogo/a de cualquier alteración relacionada con la falta de lubricación y otros problemas que afecten a la superficie ocular. Como ya hemos comentado, existen tratamientos, como las lágrimas artificiales, que contribuyen a mejorar la lubricación y alivian estos problemas.

Buena higiene ocular. Utiliza siempre productos de calidad para desmaquillarte y limpiar los párpados y las pestañas, y hazlo a diario. Si tienes legañas, puedes utilizar suero fisiológico en ampollas unidosis. Si tienes blefaritis, existen productos de farmacia específicos para limpiar las pestañas y las secreciones que provoca esta alteración.

Pausas regulares. Si trabajas con el ordenador o pantallas electrónicas, debes hacer pausas de al menos 5-10 minutos cada dos horas, para relajar la vista.

Duerme bien: hay que dormir al menos 8 horas diarias, y acostarse antes de la medianoche, ya que las horas que pierdes por la noche no se recuperan igual durante el día.

Ejercicios visuales. Consulta a un especialista qué tipo de ejercicios visuales puedes hacer para relajar la vista y no fatigarla: parpadear, cambiar de enfoque, cerrar los ojos, mirar al horizonte…

Atenta a los síntomas: tener sensación de ardor, picor, arenilla, pesadez en los párpados, fatiga visual, ojos llorosos o fotofobia pueden ser síntomas de trastornos de la superficie ocular. Consulta a un especialista.

Ventila los espacios y, siempre que puedas, respira aire puro. La contaminación ambiental y abusar del aire acondicionado pueden favorecer la aparición del síndrome del ojo seco y contribuir a acentuar los problemas oculares asociados a la menopausia, así que procura evitarlo en lo posible y ventila de forma regular tu vivienda y tu ambiente de trabajo. Y si puedes, haz escapadas a entornos naturales donde el entorno ambiental proporcione un aire de buena calidad o libre de contaminantes.

Ajusta bien la mascarilla protectora frente a la COVID-19. Recuerda que es importante usar una talla adecuada y ajustarla en la zona superior de la nariz para evitar que se forme vaho en los cristales, si usas gafas, o que el aire que exhalas empeore algunos síntomas del ojo seco. Hay algunas que incluyen una tira interior de efecto adherente que facilita que no se mueva. Consulta en tu farmacia.