La microbiota es un conjunto de microorganismos que colonizan diferentes áreas de nuestro cuerpo. Se encuentran en la piel, el tracto respiratorio, la cavidad oral, el intestino, la zona vaginal y las vías urinarias. Está compuesta por más de mil especies de bacterias diferentes, y su número supera al de células humanas. Solo en el área intestinal se calcula que hay más de 100 millones. Habitualmente se le llama flora, pero desde el punto de vista científico es más correcto utilizar el término de microbiota.

Su presencia es beneficiosa porque intervienen en el desarrollo de algunas reacciones metabólicas y ejercen una función protectora desde el punto de vista inmune. Además, evita que se instalen otros microorganismos perjudiciales. Por ello es importante cuidarla y respetar su equilibrio natural. En el caso de la microbiota intestinal, sabemos que los antibióticos la destruyen y que los alimentos ricos en probióticos y fibra, como el yogur o los cereales integrales, son beneficiosos. Pero se habla muy poco de la microbiota vaginal o endometrial, a pesar de que su equilibrio también favorece la salud sexual y reproductiva.

En este post, la Dra. Anna Asturgó, ginecóloga de Dexeus Mujer especializada en patologías que afectan al tracto genital inferior, y Xus Murciano, responsable de la Unidad de Nutrición  de nuestro centro, ofrecen algunos consejos útiles para cuidarla.

¿Por qué son beneficiosas?

En general, los microorganismos predominantes en la zona vaginal son los lactobacilos. Su presencia ayuda a mantener un ecosistema vaginal saludable, ya que producen ácido láctico, que reduce el pH y producen sustancias bactericidas. Se adhieren a la mucosa epitelial formando una especie de biopelícula, que bloquea el asentamiento de otras bacterias. Pero a veces pueden verse desplazados por microorganismos indeseables, lo que puede dar lugar a diversas patologías, las más frecuentes son la vulvovaginitis y la vaginosis bacteriana.

¿Qué puede alterarla?

El pH vaginal está regulado de forma natural por los estrógenos, que crean un entorno ácido y favorecen la presencia de lactobacilos. La toma de antibióticos, las infecciones de transmisión sexual, la menstruación, la actividad sexual, los anticonceptivos hormonales, el estrés crónico, el uso de productos cosméticos inadecuados o de ropa interior ajustada y no transpirable, pueden provocar cambios en este ecosistema y un descenso de esas bacterias. Otros factores que pueden alterar su pH o favorecer la proliferación de gérmenes patógenos son la humedad (por eso se aconseja cambiarse la parte inferior del bañador si no está seco), una dieta excesivamente rica en azúcares refinados, las infecciones urinarias repetitivas o el inicio de la menopausia. Por ello hay que estar atenta a cualquier irregularidad.

Cómo cuidarla

Como ves, no siempre se puede evitar que se altere su equilibrio. Pero en general seguir un estilo de vida saludable y mantener unos buenos hábitos dietéticos y de higiene, así como consultar al ginecólogo ante cualquier irregularidad que notemos en la zona vaginal es fundamental. Algunos síntomas de alerta son sequedad, picor, cambios en el flujo o en el olor, aumento de las secreciones, eritema, irritaciones, etc. Para la higiene diaria no es necesario utilizar productos específicos, puedes lavarla solo con agua o agua y un jabón de pH neutro.

Consejos dietéticos para favorecer su equilibrio

Desde el punto de vista dietético, una alimentación sana, variada y equilibrada, rica en frutas, verduras, grasas saludables y baja en productos excesivamente azucarados o refinados es suficiente. No obstante, aquí tienes algunas indicaciones específicas.

  • Zumo de limón o pomelo. Puedes tomarlo por la mañana. Ayuda a mantener el cuerpo más alcalinizado y el pH vaginal más ácido. Si te resulta muy ácido, puedes beber agua con unas gotitas de limón.
  • Probióticos. Incluye en tu dieta alimentos como el yogur natural, kéfir o té kombucha. Son una fuente natural de probióticos, especialmente de lactobacilos. El kéfir no contiene lactosa, por lo que es preferible si se tiene intolerancia.
  • Arándanos rojos. Son antioxidantes y ayudan a regular el pH y a eliminar algunas de las toxinas causantes de enfermedades, sobre todo en el aparato urinario.
  • Soja. Ayuda a mantener el equilibrio del pH vaginal y a lubricar la mucosa.
  • Ajo. Se le atribuyen propiedades antibacterianas y antifúngicas, sobre todo si se toma crudo.
  • Quinoa. Es una fuente natural de fósforo y magnesio, que favorecen la hidratación vaginal.
  • Semillas de chía. Son ricas en ácidos esenciales y fibra, tienen un papel relevante a la hora de combatir las infecciones por cándidas, que están presentes de forma natural en la vagina.
  • Espinacas. Como la mayoría de las verduras de hoja verde, ayuda a prevenir infecciones, a eliminar el mal olor y a mejorar la hidratación vaginal.
  • Frutos secos. Sin sal ni azúcar y mejor en crudo. Ayudan a regular el ciclo hormonal por su riqueza en zinc. Su aporte de vitamina E favorece la lubricación vaginal
  • Hierbas aromáticas. En infusiones o como aderezo de distintos platos En especial, el tomillo y el romero, por su acción antiséptica y antibiótica.
  • Bebe mucha agua. El agua ayuda a mantener la calidad del moco vaginal y a facilitar la lubricación de la zona. Se recomienda unos dos litros repartidos a lo largo del día.

¡Esperamos que este post te haya resultado útil! Si tienes infecciones repetitivas en la zona vaginal o urinaria, es aconsejable que consultes a un especialista y revises algunos hábitos.