Despertarse a media noche o tener problemas para conciliar el sueño es uno de los síntomas más frecuentes en la menopausia. Es más: los expertos aseguran que a partir de los 40 o 45 años, tener trastornos de sueño puede ser una pista de que estamos entrando en la transición de la menopausia.

Muchas personas dan poca importancia a este problema. Lo atribuyen a periodos de estrés o ansiedad y piensan que es algo puntual. Pero los trastornos del sueño son algo que siempre deberíamos consultar porque el insomnio, aunque sea leve, afecta a nuestra salud, estado de ánimo, capacidad cognitiva y rendimiento físico y mental. Además, a medida que pasan los años el sueño es menos intenso y su calidad también, por lo que es un problema que no va a ir a menos, sino todo lo contrario.

Y ¿ qué se puede hacer? Lo primero, como ya hemos comentado, consultarlo con un experto en menopausia, ya que el tratamiento a escoger depende de cada caso y cada persona. Además, a veces puede ser necesario consultar con especialistas del sueño. En general se considera que existe un problema de insomnio cuando las dificultades para conciliar el sueño o mantenerlo se producen un mínimo de tres noches a la semana durante un periodo continuado de 3 meses.

En cuanto a la relación con la menopausia no está clara. Es verdad que las hormonas femeninas, estrógenos y progesterona, intervienen en múltiples funciones y que su descenso puede influir en la aparición de alteraciones del sueño. Pero en realidad “el insomnio en la menopausia es un problema de origen multifactorial”, explica el Dr. Pascual García Alfaro, jefe de la Unidad de Menopausia de Dexeus Mujer, “y hay que estudiar cada caso para poder hacer una buena valoración y determinar qué tratamiento puede ayudar”, puntualiza.

Se ha comprobado que en las mujeres que experimentan problemas vasomotores, como sofocos, o sudoración nocturna, es más frecuente la aparición de trastornos del sueño por los despertares nocturnos que ocasionan estos síntomas. En estos casos la terapia hormonal de reemplazo puede ser útil, pero siempre hay que valorar si a nivel individual es el tratamiento más indicado teniendo en cuenta sus antecedentes, edad, etc.

Por otro lado, la menopausia también favorece la tendencia a cambios de humor y estados de ansiedad o depresión. En estos casos existen fármacos antidepresivos de última generación que ofrecen buenos resultados, tanto a nivel anímico como para mejorar la calidad del sueño.

La edad es otro factor que hay que tener en cuenta, porque el paso de los años influye en los periodos sueño y vigilia. De hecho, el sueño de las personas mayores no es tan profundo como el de una persona joven y los despertares nocturnos son más frecuentes también en personas de mayor edad. También disminuye la producción de melatonina, una hormona que contribuye a regular la actividad corporal. Por ello, es posible que a veces un cambio de hábitos y de estilo de vida que favorezcan el sueño ayude a conseguir una mejora sin tener que recurrir a fármacos.

Como ves, hay muchas opciones y de hecho muchos estudios han analizado las causas de este problema, así como los tratamientos disponibles y sus resultados. Pero, hasta la fecha no se han establecido unos criterios consensuados o directrices generales a seguir para tratar el insomnio durante la menopausia. Lo más importante es valorar bien los síntomas físicos y psicológicos de cada paciente para poder aconsejarla y tomar una decisión terapéutica, y para ello lo mejor es contar con un equipo multidisciplinar.

Otro punto esencial: nunca hay que automedicarse ni recurrir a la compra de suplementos de melatonina en la farmacia sin haber consultado previamente con un especialista que supervise el tratamiento. En algunos casos, las alteraciones de sueño pueden ser solo un síntoma o un factor indicativo de problemas de salud mental como ansiedad, estrés o depresión que, si no se detectan, pueden tener un impacto más grave.

En cuanto a la melatonina, no es algo inocuo. “Es cierto que, en la dosis adecuada se considera uno de los métodos de primera elección por su eficacia, buena tolerancia y seguridad”, explica el Dr. García Alfaro. En la pandemia se normalizó su uso, “pero es una hormona que actúa como un regulador de intensidad, apagando las funciones diurnas y encendiendo las nocturnas y no se puede tomar sin supervisión. En cuanto a los antidepresivos y los inductores del sueño pueden generar dependencia y no se pueden tomar ni dejar de tomar sin seguir unas pautas médicas”, añade.

¿Te ha resultado útil este post? Esperamos que sí. Como ves, el insomnio no es un problema que deba dejarse de lado ni infravalorarse. Si es tu caso, consulta a un especialista.