Cada ser humano es único, pero a menudo compartimos rasgos físicos o de carácter muy parecidos a los de nuestros padres, hermanos o abuelos. La razón que lo explica es la genética, ya que heredamos los genes que nos transmiten nuestros padres y abuelos, y con ellos algunos de sus rasgos físicos y de carácter. Pero hay otro elemento que juega en esta ecuación: la epigenética.

Se trata de una parte de la biología que estudia cómo se expresan los genes en función de factores externos, que están relacionados con el entorno en el que crecemos. Eso incluye la alimentación, el clima, nuestros hábitos y estilo de vida, la educación, los cuidados que recibimos, las experiencias que vivimos…

Es un concepto relativamente nuevo, pero se ha demostrado que influye en el desarrollo de cada persona y su salud. Además, es un hecho que interesa mucho a los científicos y sobre el que se está investigando, ya que puede ser útil para evitar, por ejemplo, el impacto negativo de algunos hábitos y fomentar el efecto positivo de otros.

Así que si vas a ser mamá en breve, debes saber que tu estado físico y anímico, tus hábitos y el entorno en el que va a crecer tu bebé pueden influir en su desarrollo y su futura salud mucho más de lo que te imaginas, tanto si eres su madre biológica como si has realizado un tratamiento de ovodonación.

En este post te apuntamos algunas curiosidades sobre este tema:

¿Qué diferencia hay entre la genética y la epigenética? La genética es la ciencia que estudia los genes y la herencia. Todos los seres vivos tienen en sus células un conjunto de instrucciones – el ADN – que determina sus características, desarrollo y funcionamiento. Esta información se transmite de padres a hijos, pero nunca es exactamente igual, porque cada vez que se forma un nuevo ser humano (o ser vivo, en general) se combina de forma diferente. Es como un código de instrucciones formado por un conjunto de letras. Esas letras forman palabras que, a su vez, transmiten mensajes. Pero hay factores externos que pueden modular o modificar esos mensajes, como si fueran signos de puntuación. Esas modificaciones se producen como respuesta al entorno y es lo que se conoce como epigenética.

¿La epigenética puede favorecer o prevenir el desarrollo de enfermedades? Sí. Hay estudios que indican que la obesidad o la diabetes pueden surgir en parte por modificaciones epigenéticas. Aún falta mucho por descubrir, pero hasta la fecha se ha observado que existen mecanismos epigenéticos en una gran variedad de procesos fisiológicos y patológicos que incluyen diferentes tipos de cáncer, patologías cardiovasculares, neurológicas, reproductivas e inmunes.

¿Las modificaciones epigenéticas se pueden transmitir de padres a hijos?

Sí. Son “marcas químicas” que no alteran nuestro código genético o secuencia de ADN, pero, al igual que la información genética, se pueden transmitir de padres a hijos y a nietos.

El impacto de la epigenética, ¿es igual en un hijo biológico que en un hijo concebido mediante una donación de óvulos?

Recientemente se ha observado que, desde la etapa fetal se producen interacciones entre el feto y las condiciones uterinas maternas, independientemente de si la madre gestante es también la madre biológica o es receptora, y esas interacciones tienen un impacto en el desarrollo embrionario, para lo bueno y para lo malo. Es decir: sabemos que el tabaco, el consumo excesivo de alcohol y el estrés provocan cambios químicos que alteran de una manera negativa la expresión de nuestros genes. Por el contrario, el ejercicio físico o unos hábitos saludables –como alimentarse de forma sana y respirar aire sin contaminantes– tienen un impacto epigenético positivo. Por ello, en ambos casos los hábitos y la salud materna son importantes.

¿Los cambios que provoca la epigenética pueden variar o desaparecer a lo largo de la vida?

Sí. De hecho, cambian en función de las condiciones externas. Pero también pueden mantenerse durante varias generaciones y tener un efecto sobre el genoma en un período de tiempo relativamente corto. Tradicionalmente se creía que los cambios más importantes en la estructura del genoma humano solo se producían con la evolución, a lo largo de muchas generaciones o, incluso, de miles de años. Pero el concepto de epigenética ha demostrado que estos cambios pueden producirse de forma mucho más rápida. Hay estudios que indican que fumar y comer en exceso pueden activar genes que favorecen la obesidad y desactivar los genes que favorecen la longevidad. Esas modificaciones afectan a la persona que tiene esos hábitos, pero también pueden ser transmitidas a sus descendientes. Sin embargo, no hay que ver solo la parte negativa. La parte buena es que la epigenética abre una puerta al desarrollo de estrategias terapéuticas y mecanismos que permitan corregir esas modificaciones para prevenir el desarrollo de enfermedades y eliminar otros efectos negativos.