Si tienes pareja, la maternidad o paternidad debería ser un proyecto compartido, aunque en la práctica no siempre sea así. A veces ya cuesta ponerse de acuerdo a la hora de decidir si “ha llegado el momento”, sobre todo si hay una cierta diferencia de edad o uno de los dos ya tiene hijos de una relación anterior.

Igualmente, es frecuente que en esta cuestión una o uno “empuje” más que el otro. Pero es fundamental que el deseo sea mutuo para que exista apoyo y complicidad durante todo el proceso, y no solo por compartir la ilusión, sino también los problemas, ya que a menudo la infertilidad se presenta de forma inesperada.

Se trata de una situación difícil de gestionar a todos los niveles: mental, emocional, social y familiar. Además, la noticia impacta en los dos miembros de la pareja, aunque físicamente afecte generalmente más al miembro femenino. En estos casos, y especialmente cuando el origen del problema es solo de uno, la relación de pareja debe cuidarse especialmente. Ser consciente de ello ya es un primer paso. Y aunque creas que eso “no te va a pasar a ti”, hay que estar preparado, porque es posible que la otra persona no piense lo mismo que tú o que sus límites en este terreno, es decir el “hasta dónde está dispuesta o dispuesto a llegar”, sean muy diferentes a los tuyos.

Por ello es vital mantener una buena comunicación y eso implica expresar con sinceridad lo que cada uno siente, escucharse mutuamente, respetar los diferentes puntos de vista y tratar de tomar las decisiones de forma conjunta.

“Muchas relaciones se dañan porque falta una buena comunicación”, explica la psicóloga Sandra García Lumbreras, responsable de la Unidad de Psicología de Dexeus Mujer. “Además, cuando el embarazo no llega, suele ser la mujer la que acude a la consulta y empieza a hacerse todas las pruebas. Y si se confirma que el problema es de origen femenino, es ella también la que más sufre a nivel físico el proceso de realizar un tratamiento de reproducción asistida”, añade Sandra. Además, el hecho de que este proceso se alargue supone un importante desgaste físico y emocional, por no hablar del impacto económico y en el ámbito profesional, si no se tiene o se ha alcanzado ya una cierta estabilidad. Si a todo eso se suma la falta de apoyo de la pareja –o esa sensación– y/o la diversidad de opiniones, pues es difícil evitar el malestar emocional.

De todos modos, cada caso es diferente y cada relación también, así que no se puede generalizar. Aunque, por esa misma razón, tampoco hay una regla mágica que ayude a mantener la relación a flote para todos/as. Pero si se empieza con buen pie y hay comprensión, respeto y deseo de mantener a salvo la relación por encima de todo, los problemas se pueden gestionar mucho mejor.

A continuación, ofrecemos algunos consejos que pueden ayudar:

  1. Si decidís iniciar un tratamiento de reproducción, es fundamental que los dos vayáis a las visitas médicas en lo posible y que, de entrada, para averiguar el origen del problema, ambos/ambas os hagáis un chequeo o test de fertilidad.  En el caso de parejas heterosexuales, hacer un test conjunto inicial suele salir más a cuenta, y, además, permite estudiar si hay algún problema de compatibilidad.
  2. Si se desea ser padre o madre, hay que cuidarse física y mentalmente y el cambio de rutinas debe hacerse de forma conjunta: que los/las dos hagan el esfuerzo de alimentarse bien, hacer deporte de forma regular, y que eviten en lo posible fumar o beber alcohol -lo ideal es dejarlo por completo- aunque solo uno haga el tratamiento. Descansar bien y cambiar algunos hábitos también ayuda. De ese modo, se crea un entorno saludable y sentiréis que vais “al unísono” y tenéis un proyecto en común.
  3. Tener claro desde el principio cuál es el plan, definirlo y pactarlo: qué vamos a intentar, cuántas veces, hasta dónde estamos dispuestos/as a llegar y dónde están los límites para cada uno/una.
  4. No dejar de lado otros proyectos y aficiones o intereses personales. Mantenerlos por ambas partes. Muchas veces la relación se rompe porque para uno de los dos, o de las dos, la maternidad o paternidad se convierte en el centro de todo. Algo que hay que evitar a toda costa. La vida sigue, hay que mantener la perspectiva, trabajar las emociones negativas (falta de autoestima, rabia, frustración, tristeza…) seguir valorando y disfrutando de la relación y mantener la vida social. No aislarse.
  5. Buscar tiempo para la pareja más allá de todo lo que rodea a este tema. Hablar de otras cosas. Darse un margen si llega a ser muy absorbente. En el tema sexual también: el sexo programado provoca desgaste y acaba dañando la relación, sobre todo si es porque ‘toca’ pero no apetece. Es bueno dejar espacio a la improvisación.   
  6. Las rupturas o las crisis de pareja no se producen de repente. Son problemas e insatisfacciones que se van sumando. También hay malentendidos que hay que aclarar. Por ello es importante hablar de los problemas y de lo que sentimos, pero siempre sin reproches, mirando de ser constructiva/o. Si no, se pueden ir creando lesiones que hieren y a la larga acaban erosionando la relación.
  7. Si se puede, hay que evitar el secretismo. Tener problemas de fertilidad no es un estigma. Aunque socialmente todavía cueste explicarlo abiertamente.

En nuestro centro contamos con una Unidad de Psicología especializada en tratar estos problemas, que en los últimos años han ido aumentando a causa del retraso de la maternidad y la formación de nuevas parejas. El consejo que da nuestra psicóloga es que, si sientes que tienes un problema de este tipo, no lo dejes pasar ni le quites importancia. Es básico que pidas ayuda y consultes a un profesional.