El parto es un proceso natural, y siempre hay que respetar su curso. Pero a veces no se desencadena en el plazo esperado. Además, hay situaciones en las que existe un mayor riesgo de complicaciones, tanto para la madre como para el feto. En estos casos, los médicos suelen optar por recomendar la inducción del parto.

Es una práctica más frecuente de lo que parece –se aplica en 1 de cada 5 casos– y es un procedimiento muy seguro. Pero, de entrada, puede causar recelos, porque se asocia a una “medicalización” del proceso, y a algunas pacientes les preocupa que reste a la madre la capacidad de controlar su desarrollo y la probabilidad de tener un parto natural. Pero no es así. En este post, la Dra. Raquel Mula, ginecóloga de la Unidad de Embarazos de Alto Riesgo de Dexeus Mujer, responde a algunas dudas frecuentes.

¿En qué casos es necesario inducir el parto?

Si vives lejos de un hospital o maternidad o si tienes antecedentes de partos rápidos, puede ser que te aconsejen una inducción programada. Pero en general, solo se aplica cuando está indicada por razones médicas, como en estos casos:

  • Rotura prematura la bolsa de aguas: si no se inicia el parto en las siguientes 12 horas se recomienda la inducción para disminuir riesgo de infección
  • Desprendimiento de la placenta: la placenta se despega de la pared interna del útero antes del parto. Puede ser de forma parcial o completa.
  • Problemas de salud maternos: la hipertensión gestacional, preeclampsia, diabetes u otras enfermedades maternas pueden aumentar el riesgo de complicaciones.
  • Complicaciones fetales: alteraciones del crecimiento fetal o del líquido amniótico. Estas situaciones pueden poner en riesgo la vida del feto.
  • Embarazo prolongado: se ha demostrado que partir de las 41 semanas, aumenta el riesgo de complicaciones, tanto para la madre como para el bebé. Y si la madre presenta factores de riesgo, antes de las 41 semanas.

¿Qué fármaco se administra y cómo actúa?
Siempre se ajusta a cada caso y depende de las condiciones del cuello del útero. Se puede iniciar la inducción con prostaglandinas administradas vía vaginal, o con oxitocina, que se administra por vía endovenosa. Estos fármacos provocan la aparición de contracciones y consiguen que el cuello del útero se dilate y se acorte. También se puede realizar una inducción mecánica con un balón intracervical.

¿Es verdad que puede hacer que el parto sea más largo?
Si lo comparamos con un parto que se inicia espontáneamente, sí que es más largo, ya que la inducción requiere un proceso preparatorio previo en el que se administran prostaglandinas para lograr que el cuello uterino se acorte y se dilate. Este proceso previo suele durar unas 12-18 horas. Durante este tiempo, te puedes mover, descansar, comer algo…

¿Tiene efectos secundarios? En general, no tiene ningún efecto secundario.

¿Hay que mantener la inducción durante todo el trabajo de parto o puede resolverse después de forma espontánea o natural? Es muy posible que, tras la inducción con prostaglandinas, el parto transcurra de forma natural y no se requiera la administración de oxitocina. Las prostaglandinas maduran el cuello del útero, ayudan a que se dilate y lo preparan para las contracciones. La oxitocina provoca contracciones uterinas.

¿La inducción puede hacer que la madre pierda fuerza para controlar el proceso o realizar los pujos? No. Solo si la madre está muy cansada.

¿Puede aumentar las probabilidades de practicar una episiotomía o una cesárea? No, la inducción al parto no aumenta el riesgo de cesárea ni de episiotomía.

¿Y si no funciona?  Es posible que tras la administración de prostaglandinas y oxitocina no se consigan modificaciones del cuello del útero ni aparezcan contracciones. En esos casos, se recomienda realizar una cesárea.

Como ves, se trata de una práctica bastante frecuente, que no tiene por qué preocuparte. De todos modos, si tienes cualquier duda respecto a este tema, habla con tu ginecólogo/a antes del parto.