En general, las disfunciones sexuales siguen siendo un tema tabú. Se habla poco y no siempre se consultan. Además, se asocian a trastornos de salud, cambios fisiológicos o problemas de origen psicológico. Sin embargo, muchas tienen una causa estructural y muscular asociada, por lo que pueden tratarse con la ayuda de la fisioterapia. De hecho, entre las disfunciones en que puede ser útil esta terapia, se incluyen problemas que son muy frecuentes en mujeres de todas las edades.

¿En qué casos puede ser útil?

  • Vaginismo. Se produce a causa de una contracción involuntaria de los músculos vaginales, que dificulta o hace imposible la penetración.
  • Dispareunia. Se caracteriza por un dolor genital persistente que aparece al mantener relaciones sexuales con penetración o después de haberlas mantenido.
  • Vulvodínia. Es una inflamación de la vulva que puede estar provocada por diferentes motivos y se caracteriza por dolor, inflamación y mucho malestar.
  • Falta de tono vaginal. Puede aparecer tras el parto, a causa de intervenciones quirúrgicas o asociada al paso de los años por la pérdida de tono y la menopausia.
  • Anorgasmia. Falta de sensibilidad y dificultad para alcanzar el orgasmo a causa de intervenciones quirúrgicas, antecedentes obstétricos, menopausia, histerectomía…
  • Atrofia vaginal. Se debe al descenso de estrógenos que se produce en la menopausia, que hace que disminuya la hidratación y la lubricación natural de esta área y se modifique su apariencia, elasticidad y tono. También puede presentarse a causa de un fallo ovárico precoz, una intervención quirúrgica para extirpar el útero y los ovarios o tras seguir un tratamiento de quimioterapia o radioterapia durante un proceso oncológico.
  • Dolor pélvico prolongado. A veces, cuando hay mucho dolor en la zona pélvica y ese dolor se mantiene de forma prolongada en el tiempo, puede provocar una sensibilización. Eso significa que el problema implica al sistema nervioso central. Este sistema tiene unos mecanismos endógenos de gestión del dolor que se pueden ver alterados y provocar que estímulos como el tacto o la temperatura se perciban como sensaciones dolorosas.

¿Cómo se pueden tratar?

En general, “los tratamientos pueden ser a largo y medio plazo. Siempre se adaptan a cada persona y su sintomatología, y tenemos diferentes herramientas y técnicas con las que podemos trabajar todos estos tejidos y sistemas: reproductor, músculofascial, sistema nervioso”, explica Yolanda Mesa, responsable de la Unidad de Fisioterapia del Suelo Pélvico de Dexeus Mujer. “La ventaja de nuestro centro es que, al estar especializado en salud de la mujer, tenemos una amplia experiencia, conocemos muy bien este tipo de trastornos, y tanto el equipo médico como el de fisioterapia estamos muy sensibilizados”. De hecho, la fisioterapia también puede aplicarse con fines preventivos y recomendamos hacer una evaluación previa al embarazo y al parto y en el postparto, así como en la perimenopausia y menopausia, para valorar cómo está la musculatura del suelo pélvico y el estado de estos tejidos”, añade.

Para cada caso y disfunción se pueden aplicar diferentes técnicas y terapias. Estas son algunas de las más habituales:

  • Terapia manual. Consiste en trabajar todos estos tejidos a nivel externo e interno. A nivel externo trabajando la pelvis y los músculos que estén afectados (si hay contracturas en los glúteos o los músculos piramidales) y a nivel interno desde la vagina para acceder a la musculatura propia del suelo pélvico o donde puedan estar localizadas las contracturas.
  • Vibración. El objetivo es relajar esa musculatura y calmar el sistema nervioso. Para lograrlo se pueden utilizar diferentes herramientas, como la vibración, que ejerce un doble efecto: por un lado, una acción mecánica que relaja las fibras musculares, y por otro una acción sobre el sistema nervioso central, que capta la vibración y no activa los receptores de dolor que están localizados en un área más profunda.
  • Radiofrecuencia. Esta terapia consiste en la aplicación de un tipo de ondas que producen en la paciente una sensación agradable de calor. Ayuda a cambiar el metabolismo de los tejidos, disminuyendo el dolor y la inflamación, y al mismo tiempo activa la producción de colágeno. El colágeno es esencial para “fabricar” los tejidos de nuestro cuerpo y está presente en músculos, tendones, ligamentos, fascias…
  • Ejercicios hipopresivos. Siempre deben ser guiados. Ayudan a trabajar la postura y la musculatura abdominal, muy importante para el suelo pélvico.
  • Neuromodulación del tibial posterior (nervio que se localiza detrás del tobillo). Se aplican unos electrodos en la superficie que actúan sobre el sistema nervioso central para que funcione correctamente y no interprete como dolor estímulos que no lo son.

Algunas mujeres, por desconocimiento, se resignan pensando que es un problema personal o una consecuencia “normal” de los cambios de nuestro cuerpo tras el parto o el paso de los años, pero no es así. “Por este motivo, durante el tratamiento ofrecemos información útil a las pacientes para mejorar el conocimiento que tienen de su propio cuerpo y de la fisiología y la sexualidad femenina, y en algunos casos, también les indicamos ejercicios y pautas de tratamiento que pueden realizar en casa de forma complementaria”, explica Yolanda Mesa.

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