La obesidad es una enfermedad crónica. Favorece el desarrollo de problemas cardiovasculares, diabetes, alteraciones renales, enfermedades musculares y articulares y algunos tipos de cáncer, entre los que se incluyen el de mama y el de colon. También se asocia a problemas de infertilidad. Incluso puede reducir la expectativa de vida varios años. Sin embargo, sigue creciendo y España es uno de los países que se sitúan a la cabeza de Europa: según la última Encuesta Europea de Salud (2020), en España un 16,5% de hombres y un 15,5% de mujeres mayores de 18 años padecen obesidad, y un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres tienen sobrepeso, y su prevalencia aumenta con la edad. También ha crecido este problema en la población infantil.

Los expertos hace tiempo que están dando voces de alerta, pero, aun así, falta información y, sobre todo, concienciación. Se cree que es un problema más de estética que de salud. Pero no es así. Así que, con motivo del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra este sábado, la Dra. Gemma Sesmilo, especialista en Endocrinología del Hospital Universitari Dexeus, y Xus Murciano, responsable de la Unidad de Nutrición de Dexeus Mujer, indican algunos datos sobre este tema, que es importante conocer.

  1. Causas múltiples. Es cierto que una de las principales razones del exceso de peso es una dieta inadecuada, y otra el sedentarismo. Pero el origen de este problema es multifactorial y es mucho más complejo de lo que se cree, ya que también pueden influir factores genéticos, ambientales, psicológicos, sociales, culturales, metabólicos  y hormonales. De hecho, no todas las personas que tienen problemas de peso comen mucho o se alimentan mal. Por ello, siempre hay que acudir a un profesional (especialista en endocrinología y/o un nutricionista) y realizar un abordaje integral, tanto para averiguar cuál es el origen del problema como para decidir qué cambios o mejoras se pueden hacer en el estilo de vida y si es necesario recurrir a medicación o llevar a cabo alguna intervención médica.
  2. No existe un peso ideal. Cada persona tiene unas necesidades energéticas diferentes y su metabolismo también funciona de manera diferente. La altura y la constitución son otros factores que cuentan. Por este motivo, no existe un peso ideal. El peso adecuado o correcto es diferente para cada persona. Además, el ideal de belleza es un patrón cultural que no se corresponde, para nada, con la realidad. Sin embargo, sí es importante mantener un estilo de vida saludable y evitar el sobrepeso en vez de “normalizarlo”, como muchas personas acaban haciendo.
  3. El sobrepeso también afecta a la salud. Tener exceso de peso se considera más un problema estético que de salud. Pero se ha demostrado que puede ocasionar problemas respiratorios y de movilidad, y hacer que cueste más practicar deporte; también puede favorecer el desarrollo de apnea del sueño y se asocia a presión arterial elevada, colesterol alto, formación de cálculos biliares, inflamación del hígado, dolor muscular y articular, resistencia a la insulina y mayor riesgo de desarrollar diabetes. También incide en la salud mental, porque afecta a la autoestima.
  4. Adelgazar a toda costa no es la solución. Hay que establecer un plan personalizado de pérdida de peso, en los casos que esté indicado, para que no afecte a la salud. Nada de dietas milagro (¡las dietas milagro no existen!) ni de excederse en las horas en el gimnasio para quemar calorías. Además, la pérdida de peso ha de ser progresiva. En el caso de adolescentes es importante realizar comidas en familia y establecer unas rutinas, así como evitar que se salten comidas. Los trastornos de conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, van en aumento y pueden poner en peligro la salud.
  5. No siempre se trata, pero debería. Según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), a pesar de que la mayoría de los profesionales consideran que la obesidad es una enfermedad, solo el 44% de los pacientes que tienen este problema reciben el diagnóstico por su médico y apenas un 24% son citados a visitas de seguimiento. Lo que dificulta su tratamiento. La razón es que existe un estigma social que culpabiliza al paciente de no tener hábitos saludables.
  6. Cambio de hábitos. ¿por dónde empezar? Cambiar de hábitos es un proceso que requiere implicación y que no siempre es fácil. Más bien todo lo contrario. En este sentido, la actitud es muy importante: en vez de mirar todo lo que nos queda por hacer, hay que sentirse orgulloso de lo que se va consiguiendo. Hay que revisar la dieta y también la actividad física. “Que puedo ir al gym, genial, si no, pues a caminar. Podemos bajar un par de paradas antes del metro o del bus –según el trayecto– y también tratar de caminar cada día al menos 15-20 minutos”, explica Xus Murciano. Muy Importante: es fundamental ser constante y que un profesional supervise estos cambios.