La entrada en la adolescencia de nuestros hijos suele pillarnos desprevenidas. Por más que te hayan contado o te hayas mentalizado, al final siempre hay que lidiar con el imprevisto. Además, aunque seas una madre ‘open-minded’ (de mente abierta), hay una parte emocional y «protectora» que está ahí, y te impide actuar o tomar decisiones con absoluta objetividad. Si eres fan de la serie Modern Familiy, seguro que más de una vez te has visto reflejada en el personaje de Claire Dunphy, que muestra muy bien lo difícil que es jugar ese doble rol de ganarte la confianza y mantener la autoridad, sin saber cuándo vas a acertar de pleno o «patinar» hasta el fondo.

Pero vamos al tema del post: si tienes una hija de entre 16 y 20 y pocos años, es de esperar que lo último que se plantee es hablar contigo de su vida sexual. Pero eso no quiere decir que no la tenga. De hecho, en España, la edad del inicio de las relaciones sexuales entre los jóvenes se sitúa en los 16,4 años, de media, o sea que algunos las han tenido incluso antes de lo que puedas pensar. Lo confirman los resultados de una encuesta que acaba de dar a conocer la Fundación Española de Contracepción (FEC), en la que también se apunta que prácticamente el 70% considera que la formación que ha recibido sobre sexualidad es insuficiente; porcentaje que en el caso de las chicas se eleva al 74,5%, un dato que no conviene pasar por alto. Otro dato importante es que prácticamente el 25% (uno de cada cuatro) afirma que no siempre utiliza anticonceptivos en sus relaciones, y un 30% de las chicas reconoce que ha tenido que recurrir alguna vez a la anticoncepción de urgencia.

Está claro, pues, que hay que mejorar las cosas en cuanto a información y educación sexual, y que a los padres nos toca «ponernos las pilas». ¿Cómo? Abriendo camino, en vez de mirar hacia el otro lado o negar la evidencia. En este post nuestras ginecólogas de la Unidad de Ginecología de la Infancia y la Adolescencia ofrecen información y algunos consejos útiles.

  1. Apoyo profesional. Un primer paso es facilitarles el acceso a los métodos anticonceptivos y a una persona de confianza a la que puedan acudir libremente, aunque solo sea para resolver sus dudas sobre este tema. “La mayoría de los padres pensamos que, llegado el momento, saben que deben utilizar el preservativo para evitar un embarazo, y eso nos deja más o menos tranquilos. Y sí, es una buena opción, pero es posible que tengan un descuido, les pueda el ímpetu del momento o, por confianza, prescindan de su uso al menos en alguna ocasión, ya que la mayoría infravaloran los riesgos de las infecciones de transmisión sexual (ITS). Además, estas suelen ser asintomáticas”.
  2. ¿Dónde acudir? Una buena opción es que le facilites el acceso a un profesional, como ya hemos comentado antes. Pero es fundamental que esté especializado en adolescentes. En nuestro centro contamos con una Unidad específica que, además, tiene una larga experiencia en este ámbito. La seguridad social ofrece una red de puntos de atención a la salud sexual y reproductiva para jóvenes, que están vinculados a la atención primaria, pero hay que informarse de los horarios y su ubicación, ya que no hay en todos los centros.
  3. Los métodos hormonales ¿son convenientes? El objetivo final de las hormonas anticonceptivas es mejorar la calidad de vida de la mujer. Por eso, los anticonceptivos hormonales pueden utilizarse para prevenir el embarazo, pero también para regular los ciclos, mitigar el dolor de regla o aumentar el control sobre la menstruación en los casos en que sea necesario o esté indicado médicamente. En cuanto a su uso, no hay una edad de inicio que sea mejor que otra y en ningún caso afectan a la fertilidad futura. Si no hay contraindicaciones para utilizarlos –es necesario conocer la historia clínica de antecedentes y, para algunos tipos, no tener la tensión elevada–, son seguros. Además, las dosis que suministran los métodos hormonales actuales son más ajustadas.
  4. ¿Hay algunos que, por su composición o características, sean mejores para adolescentes que otros o es indiferente? Es indiferente. Depende del que se adapte mejor a su estilo de vida. Hay alguno que puede mejorar el acné que, quizás, por el momento vital en el que se encuentran, sería más indicado. También se pueden elegir en función de la periodicidad deseada: píldora diaria, parche semanal, anillo mensual, inyectable trimestral, implante cada tres años, DIU hormonal cada cinco años. En función de cada caso particular y los antecedentes se busca el tipo que sea más adecuado. Lo mejor es recibir un consejo individualizado y hacer un seguimiento durante los primeros tres o seis meses, para valorar si se adapta bien. En cuanto a los efectos secundarios, pueden tenerlos como cualquier otro fármaco. Pero si no se toleran bien, se puede cambiar el medicamento o su vía de administración, o bien suspender su uso.
  5. Si mantienen relaciones sexuales o utilizan anticonceptivos hormonales ¿deben visitar al ginecólogo y hacerse revisiones con más regularidad? Al inicio de usar anticoncepción hormonal se hacen controles algo más frecuentes, para ver su tolerancia. Posteriormente es aconsejable realizar al menos una visita anual para hacer un seguimiento, resolver dudas ginecológicas, hablar de riegos de ITS y, a partir de determinada edad (depende de los protocolos de cada centro), comenzar con screening del virus del papiloma humano mediante la citología.
  6. Si las chicas toman anticonceptivos, es probable que dejen de usar el preservativo, lo que aumenta el riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS), ¿qué podemos hacer? Advertirles de que el único método anticonceptivo que protege de ITS es el preservativo. Por lo tanto, si no saben con seguridad si su pareja o ellas mismas están libres de ITS, deben utilizarlo también. Es lo que se denomina el doble método, porque protege de ITS y previene el embarazo.
  7. Aun tomando anticonceptivos hormonales, el riesgo cero de embarazo no existe, ¿verdad? Sí, porque existen situaciones en las que puede disminuir su eficacia. Si el anticonceptivo se toma por vía oral, es importante su absorción, ya que las diarreas o vómitos pueden disminuirla. También es importante no tener olvidos y respetar las pautas de uso indicadas. De hecho, en caso de olvidos de píldora, se puede aconsejar cambiar de método, como parches que se colocan en la piel o el anillo vaginal, que no obligan a estar pendientes de la toma diaria de una pastilla. En cualquier caso, cualquier irregularidad, duda o descuido deben ser siempre consultados con un especialista para que valore la situación e indique qué se debe hacer. Por eso es recomendable contar con el apoyo de un profesional especializado que pueda asesorar y hacer el seguimiento. De todos modos, los anticonceptivos hormonales son métodos muy seguros en cuanto a prevención del embarazo.

Esperamos que este post te haya ayudado, si tienes dudas, ¡te leemos en los comentarios!