La migraña es una de las patologías más recurrentes. En España afecta a un 12% de la población general. Aunque la causa no está clara, podría tener un componente genético, ya que en más de un 40% de los casos existen antecedentes familiares.

Desde el punto de vista médico, se considera una enfermedad neurológica, por lo que si se trata de un problema crónico es importante consultar.

En la población femenina, un 75% de los casos se atribuyen a aspectos hormonales, por ello a menudo se presenta asociada al síndrome premenstrual o la menopausia. En el embarazo, y si eres propensa, puede pasar que desaparezca, o al revés, que sean más frecuentes los episodios.

Aunque hay personas que tienen una mayor predisposición, existen factores desencadenantes que pueden propiciar su aparición, como el estrés, la ansiedad, la depresión, las variaciones del sueño, tanto por exceso como por defecto o por cambio de horario, y los hábitos de alimentación. Y, de hecho, estos factores a menudo empeoran las crisis.

Hay aspectos que no se pueden evitar, pero otros sí, por lo que no está de más tener en cuenta algunos consejos. En este post vamos a centrarnos en el aspecto dietético y en aclarar algunas dudas con la ayuda de Xus Murciano, responsable de la Unidad de Nutrición de Dexeus Mujer:

  1. No hay una lista de alimentos prohibidos para todo el mundo: cada persona tiene su propia lista que hay que elaborar. Tradicionalmente se ha asociado al consumo de vino tinto, queso, frutos secos, y chocolates, pero no se puede establecer una relación de causa-efecto.
  2. En pacientes con predisposición, la dieta ha de ser equilibrada y regulada. Hay que seguir un horario regular de comidas e ingerir una cantidad de alimentos adecuada, evitar los ayunos prolongados y las comidas copiosas y pesadas.
  3. Se recomienda una dieta baja tiamina (quesos), nitratos y nitritos (embutidos, salchichas, carnes procesadas) y edulcorantes artificiales, como aspartamo.
  4. El déficit de algunas vitaminas y minerales, también puede producir migraña. Es importante asegurar que la dieta aporta una cantidad adecuada de vitamina B2 o riboflavina (presente en quesos, leche, clara de huevo, vegetales verdes, cereales integrales, frutos secos, pescado), magnesio (frutos secos, semillas, leche y cereales integrales) y de la Coenzima Q10 (carenes y pescado, verduras, hortalizas, semillas, frutos secos y legumbres). Si es necesario, se pueden tomar suplementos.
  5. El consumo de alcohol puede desencadenar una crisis (hay entre un 30-50% de probabilidades, en función de los taninos y fenoles que contengan). En general, estos componentes predisponen a una peor tolerancia al vino, la cerveza y el cava. En cambio, se toleran mejor bebidas destiladas, aunque tengan una dosis más alta de alcohol.
  6. Es preferible evitar productos que contengan aditivos y conservantes: las comidas procesadas y platos preparados pueden favorecer el desarrollo de crisis. Uno de los más conocidos es el glutamato monosódico.

A continuación, ofrecemos algunas recomendaciones que pueden servir de guía, aunque cada persona debe valorar qué le va bien y qué no bajo supervisión de un nutricionista:

RECOMENDACIONES

Qué puede ayudarQué es preferible evitar
Seguir un horario regular de comidasConsumo de alcohol
Vida ordenadaEdulcorantes
Elaborar un diario de alimentosAlimentos con nitratos y nitritos
Controlar el pesoAyuno prolongado
Evitar déficits de vitaminas y mineralesGrasas saturadas, quesos y carnes curadas
Tomar manzanilla, melisa y hierbabuenaPescados ahumados
Hacer ejercicio moderado de forma regularSobrepeso
Café, a no ser no te vaya bienTiamina y extracto de levadura