Las pautas que puedes seguir para hacer ejercicio embarazada | lavanguardia.com
29/06/2017

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El mundo del deporte ha dejado una nueva foto para la historia. Su protagonista es la corredora estadounidense Alysia Montaño y su hazaña correr los 800 metros lisos de los campeonatos nacionales de Estados Unidos embarazada de cinco meses. Y Montaño no es primeriza, en 2014 también participó en el campeonato embarazada de ocho meses. La atleta ha explicado que fue Gal Gadot, que rodó Wonder Woman estando embarazada, la que la inspiró para repetir la proeza:

“Esta película es impresionante. Cuando me dijeron que había grabado la mitad de la película estando embarazada de cinco meses decidí inscribirme en el Campeonato de los Estados Unidos”. Mujeres que, junto a la tenista Serena Williams, que marcó un hito al ganar el Open de Australia cuando ya estaba encinta, son un ejemplo de fuerza. Pero, surge la duda, ¿es necesario ser deportista de élite o una superheroína para hacer deporte mientras se está embarazada? La respuesta es no.

De hecho, los expertos aseguran que es posible seguir realizando deporte durante los meses de gestación y -si es de bajo riesgo- recomiendan que se practique de forma frecuente. “A las mujeres con embarazo de bajo riesgo que realizan deporte les digo que sigan practicándolo y a las que todavía no han empezado les digo que es un buen momento para adquirir hábitos saludables”, expone la Dra. Sofía Fournier, ginecóloga del centro Salud de la Mujer Dexeus, especialista en embarazos de alto riesgo y autora del libro "¡Voy a ser mamá! ¿Y ahora qué?".

Adaptar los ejercicios a cada situación

En el caso de los embarazos de alto riesgo, será necesario consultar a un experto en obstetricia y dependerá siempre de las circunstancias de cada paciente. En el resto de casos hay algunas recomendaciones que pueden servir de referencia, aunque cada mujer puede adaptarlas a su situación personal. “Se pueden realizar tres días a la semana de ejercicio aeróbico y dos días a la semana de ejercicio físico moderado como yoga, pilates o estiramientos. La práctica del deporte en que fuerzas tu ritmo cardíaco no sería lo ideal. Lo importante es que no se tenga la sensación de acabar jadeando”, remarca la experta.

¿Qué evitar?

“Pasadas las 12 primeras semanas se deben evitar deportes de contacto o en los que exista riesgo de ser golpeado como futbol, baloncesto, karate, judo, squash… y los que tienen un riesgo de caída, como la equitación, esquí, patinaje y ciclismo, sólo deben hacerse con precaución ya que pueden ocasionar el desprendimiento prematuro de la placenta”, expone el Dr. Julio de la Morena Garzón, médico especialista en medicina de la educación física y el deporte en el Hospital Universitario Sanitas La Moraleja. Fournier también considera que hay que evitar los deportes de impacto, añadiendo a los ya mencionados el boxeo, la hípica o el rafting.

“Tras los primeros 4 meses no es recomendable tumbarse sobre la espalda a la hora de hacer deportes como yoga, pilates… ya que el peso puede presionar los vasos sanguíneos dificultando el retorno venoso al corazón, por lo que pueden aparecer mareos”, especifica de la Morena. Si no se es atleta o no se han corrido carreras con anterioridad, tampoco es el momento idóneo para iniciarse en esta práctica. “Tu centro de gravedad cambia un poco. Corriendo tienes más posibilidades de caerte. Lo mejor sería bici estática o natación”, explica Fournier.

En el caso de las deportistas de élite, la ginecóloga recomienda bajar el ritmo de los entrenamientos y de las competiciones e intentar no pasar de las 140 pulsaciones por minuto. Existe cierto riesgo para el bebé en casos específicos. “Los deportes realizados en altura (por encima de los 2.000 – 2.500 metros sobre el nivel del mar si no se está aclimatada) y los deportes submarinos por el peligro de la descompresión deben evitarse ya que existe riego de que afecte al bebé”, apunta de la Morena. A pesar de que el deporte se puede practicar durante todo el embarazo, en ocasiones, los tres primeros meses pueden ser más problemáticos. “En el primer trimestre, las pacientes se encuentran con más nauseas, más cansadas, por lo que suele resultar más complicado”, concluye Fournier.